Aquel hundimiento de la calle Zaragoza en las fiestas de Guadalajara de 1980
Debido a la intensidad de la lluvia y al torrente de agua que procedía del Barranco del Sotillo, sobre las dos de la mañana, la acera y la calzada de la calle Zaragoza a la altura del Bar Resti se vinieron abajo dejando un panorama desolador.
Por Eduardo Díaz
Nos encontramos en plenas fiestas de Guadalajara y vamos a recordar el violento hundimiento de la calle Zaragoza en el comienzo de las Ferias y Fiestas del año 1990, que afortunadamente, pese a la gravedad del suceso, no tuvo ninguna víctima.
La mañana del sábado 8 de septiembre de ese año comenzó con numerosas tormentas que dejaron varios litros por metro cuadrado en nuestra ciudad. Poco antes de comenzar la solemne procesión de la Virgen de la Antigua, de manera milagrosa la lluvia cesó. Por ello, momentos antes del comienzo del acto religioso, se reunieron en el interior de la Concatedral de Santa María el alcalde de la ciudad, Javier Irizar Ortega y el Hermano Mayor de la Cofradía, Vicente Marqueta, decidiendo que la Patrona saliese a las calles debido a las numerosas personas que ya estaban congregadas a lo largo del recorrido. La lluvia respetó la procesión y poco después de ser introducida la Virgen en su Santuario, de nuevo volvió a llover de manera torrencial no parando en toda la noche.
Debido a la intensidad de la lluvia y al torrente de agua que procedía del Barranco del Sotillo, sobre las dos de la mañana, la acera y la calzada de la calle Zaragoza a la altura del Bar Resti se vinieron abajo dejando un panorama desolador. Afortunadamente y debido a la generosidad de varios vecinos que alertaron a la Policía Municipal desviando momentáneamente el tráfico, no se produjo ninguna incidencia y el hundimiento no afectó ni a personas ni a vehículos. Igualmente en el terreno aledaño en donde habían comenzado las obras para la construcción de la Urbanización “La Vaguada” por parte de la empresa Hercesa, la chimenea de la antigua fábrica de aceite “Los Gallegos” presentaba peligro de hundimiento. Ante ello el aparejador de la empresa constructora, Rafael Ramiono, junto a varios operarios, consiguieron mantener en pie la joya arquitectónica, que había sido declarada como elemento Histórico de Guadalajara en el Plan de Ordenación Municipal del año 1983.
Por primera vez en la historia de la ciudad se activó el Plan de Emergencia Local para evitar cualquier desgracia interviniendo todos los Cuerpos de Seguridad e igualmente el Servicio de Bomberos. Este Plan de Emergencia había sido aprobado meses antes por el concejal de Seguridad, Alfonso Trillo Hernando, y el Jefe de la Policía Municipal, Julio Establés Martínez. Durante la reparación de los daños ocasionados por el agua, el tráfico fue desviado por el Puente de las Infantas en el barrio del Alamín y por la Avenida de Venezuela en la barriada de Pedro Sanz Vázquez.
Este hundimiento trajo consigo también la rotura de la tubería general del agua que unía el casco antiguo de la ciudad con el depósito de las aguas de la calle Zaragoza. Por esta circunstancia algunos vecinos recibieron suministro de agua a través de los camiones cisternas de los bomberos. Tras cuatro días de intensos trabajos se abría de nuevo la circulación de vehículos y el tránsito de peatones por la calle Zaragoza, quedando todo en un enorme susto para los vecinos de la barriada de las calles de Hispanoamérica.