El monumento dedicado al conde de Romanones

27/04/2025 - 12:00 Eduardo Díaz

El 15 de mayo de 1931 el Ayuntamiento de Guadalajara, presidido por su alcalde Marcelino Martín, acordaba cambiar el nombre de la plaza del Conde de Romanones por el de Galán y García Hernández. Conoce toda la historia.

Álvaro de Figueroa y Torres nació en Madrid el 11 de septiembre de 1863, siendo el cuarto hijo del matrimonio de Ignacio de Figueroa y Ana Torres, los cuales tenían el título de marqueses de Villamejor. Desde 1888 y hasta 1936, Álvaro de Figueroa, que tenía el título de Conde de Romanones, fue diputado en Cortes por la jurisdicción de Guadalajara. Fue igualmente durante algún tiempo alcalde de Madrid, presidente del Congreso y del Senado, así como presidente del Consejo de Ministros.
Cuando ejerció de ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes promulgó una ley para la incorporación del sueldo de los maestros en los Presupuestos Generales del Estado.  Este gesto del conde de Romanones fue muy bien recibido por el sindicato de maestros y aportaron una donación para levantar un monumento en su honor en la ciudad de Guadalajara. Para ello el colectivo del Magisterio Español encargó al escultor catalán Miguel Flay y Fabregas un conjunto escultórico en honor al conde de Romanones.


El lugar elegido para la colocación de la escultura fue la plaza del Conde de Romanones, justo enfrente del Palacio del Infantado. El 6 de octubre de 1913, en plena celebración de las Ferias y Fiestas de otoño de Guadalajara, se inauguraba de forma oficial el conjunto escultórico del Conde de Romanones. El acto fue presidido por el ministro de Instrucción Pública, Ruiz Jiménez, y el alcalde de Guadalajara, Miguel Fluiters Contera, siendo bendecido por el obispo Julián de Diego y García Alcolea, nacido en la localidad alcarreña de Hontanares y que en ese momento presidía el Obispado de la diócesis de Salamanca. Curiosamente el conde de Romanones no estuvo en el acto de inauguración, excusando su ausencia en un escrito por razones familiares. 


El 15 de mayo de 1931 el Ayuntamiento de Guadalajara, presidido por su alcalde Marcelino Martín, acordaba cambiar el nombre de la plaza del Conde de Romanones por el de Galán y García Hernández. Ello fue el preludio para que el 14 de octubre de ese mismo año se desmantelara de manera integral el grupo escultórico del conde de Romanones y se guardase en unos depósitos municipales. El pleno municipal lo justificó por las propias manifestaciones del conde de Romanones, el cual afirmaba que deberían estar prohibidas las estatuas que se levantasen en honor a los contemporáneos.
Finalmente en 1949 el Ayuntamiento de Guadalajara acordaba colocar de nuevo el conjunto escultórico del Conde de Romanones en la plaza del General Mola, en la actualidad denominada plaza de Santo Domingo. El lugar elegido era en donde se encontraba la estatua de Mariblanca, que tras estar cuatro años en unos depósitos municipales fue trasladada al parque de la Concordia, que es donde se encuentra  en la actualidad.


El 11 de septiembre de 1950 Álvaro de Figueroa fallecía en su domicilio y fue enterrado al día siguiente en el panteón familiar de sus padres, los marqueses de Villamejor, en el cementerio de Guadalajara. Con el paso del tiempo sus restos mortales fueron trasladados al panteón de los Condes de Romanones en el mismo cementerio de Guadalajara, diseñado por su hijo el arquitecto Eduardo Figueroa.