Aquellos antiguos puestos ambulantes de melones y sandías de Guadalajara
En el rincón de esta semana, y a punto de entrar en la época otoñal, vamos a recordar los puestos ambulantes que se instalaban en verano para la venta de melones y sandías fuera del mercado municipal de abastos.
Las frutas por excelencia del verano son el melón y la sandía. Este año debido sobre todo a los fuertes pedriscos que han sufrido las plantaciones de ambas frutas, su precio durante casi todo el verano ha sido muy alto. Solamente en la recta final de la estación veraniega es cuando el precio de ambos productos ha bajado de manera considerable al haber una mayor oferta de estos productos en el mercado alimenticio.
En el rincón de esta semana, y a punto de entrar en la época otoñal, vamos a recordar los puestos ambulantes que se instalaban en verano para la venta de melones y sandías fuera del mercado municipal de abastos. El principal lugar de venta de estas frutas veraniegas era el mercado municipal de abastos de la plaza de la Antigua. Existían numerosas fruterías tanto en la planta baja como en la superior, siendo este mercado el que mayor gente acumulaba para adquirir todo tipo de productos alimenticios. Ante la fuerte demanda en verano de melones y sandías y debido a su gran volumen y peso, algunos fruteros de la plaza del mercado solicitaron al Ayuntamiento de Guadalajara la instalación de puestos ambulantes en el centro de Guadalajara.
El primer puesto ambulante de frutas se instaló en la plaza del General Mola, hoy llamada de Santo Domingo. Se instaló justo al lado de la estatua del Conde de Romanones y surtía sus frutas sobre todo a las personas que transitaban desde la calle Mayor hasta el parque de la Concordia. Este puesto no duró muchos años ya que había muchas quejas de vecinos sobre la suciedad que se acumulaba en los alrededores del puesto ya que muchos clientes tiraban las cortezas del melón y sandía que consumían en los alrededores.
Es por ello que el Consistorio Municipal retiró este puesto ambulante en el centro de la ciudad y ofreció como alternativa el colocarlo en los extrarradios de la ciudad. El frutero que dio el primer paso fue Isidro Seguín Colina que poseía la frutería La Ponderosa en la plaza del mercado municipal. Con gran visión comercial solicitó un enorme puesto ambulante en el comienzo de la calle de Marqués de Villaverde, actualmente calle de la Constitución. Aprovechó que las cercanías del puesto ambulante comenzaron a llenarse de familias que empezaban a ocupar las numerosas viviendas de cooperativas del polígono residencial del Balconcillo. Durante las mañanas y tardes del verano eran sus hijos los que se ocupaban de vender las voluminosas sandías y los ovalados melones sin cerrar el puesto en ningún momento. Por la noche era el propio Isidro Seguín el que pernoctaba en el interior del puesto, para salvaguardar las piezas frutales en compañía de alguno de sus hijos mayores.
A finales de la década de los años setenta y ante la apertura del moderno centro comercial de alimentación de la calle Cifuentes, este puesto de venta ambulante veraniego desapareció y su dueño centró su actividad en las fruterías de la plaza del mercado junto a su mujer y sus numerosos hijos. Curiosamente en la actualidad, alguno de sus hijos menores, ya que la mayoría de ellos ya se encuentran jubilados, siguen con la tradición trabajando en el sector de la frutería.