Aquí estamos, no nos busquen

26/04/2020 - 13:48 Javier Sanz

Ahora la vista está puesta en agosto, aunque no haya toros ni suene la banda, aunque no salgan San Roque ni la Virgen, ya en 2021 los sacaremos dos veces si hace falta porque, además, los párrocos están con su gente y lo que haga falta.

 A ver General, sí, dígale a Marlasca donde estoy, aquí, tomándome un Bloody Mary, apoyado en la columna. Les invito a otro. De momento, virtual, y cuando se pueda se vienen a Sigüenza y nos lo prepara Eduardo Pérez en “El Doncel”, un maestro, uno más de esa legión de generosos que nos cuidan en Facebook cuando la tarde languidece y etcétera, cada cual en lo suyo. Estamos localizados. Todos, el columnista, el barman y ustedes dos, como debe ser. A estas horas no íbamos a andar de tapadillo entrando en juegos, o no tanto, de encaje de bulillos. No, ya no tenemos edad. 

La cosa está muy clara. El presidente, como corren testimonios grabados, no podía ni ver al ahora vicepresidente, y se le notaba. Dejó todo un rosario de descalificaciones personales y políticas, que ya no hay que tirar de hemeroteca sino de móvil, y ya. Prometió que no pactaría con quien “miente más que habla” –lo dijo él, General, no yo-, y en eso creyeron muchos, tantos como los que le votaron –léase la página dominical de Javier Marías, en El País del 15 de marzo pasado: “El alto precio que aumenta de día en día”- creyendo en sus promesas, por eso se sienten traicionados cuando a los dos días se dieron el abrazo del koala y se repartieron el botín sin que se le moviera un músculo. Lo de después se veía venir.

Juraron en la Zarzuela hasta 22; algunas, tan sueltas, para el Consejo de Ministras (sic.) y se reían sus propias gracias, tan majas; alguna celebraría después su cumple con los niños en el Ministerio y con tarta y velas, que nunca se vio tanta naturalidad; otro garzoneaba de republicano ante el ciudadano Borbón meándose en casa ajena, en vez de renunciar a pertenecer a un Gobierno de la Monarquía parlamentaria porque quién a ver quién pasa del semejante chollo de una dirección general con cartera de ministro; a otro le pillaban en cueros en el Aeropuerto Adolfo Suárez y mentía hasta cuatro veces para terminar con un desplante, el palillo en la boca y un “a mí no me echa nadie”. Ojo que ese era el Gobierno de España, 22 miembros de finde en el campo y en la foto el presidente que no podía sonreír como suele porque el vice le tenía cogido por ahí. Tira y si te niegas, aprieto. Y si suelto, convocas otra vez. No hay otra. Ese es el asunto.

Lo que ha venido después, se verá. En su día. No es hora. Ahora, dicen, todos a una. En ello estamos. Los españoles ya lo vienen, lo venimos, haciendo, fíjense. Ojo a la hora de reclamar méritos si esto sale bien y pronto, como saldrá. Particulares espléndidos, de esos a quienes denuestan los monederos de mercadillo, y anónimos que recaudan y reparten guantes y mascarillas por libre a sus vecinos y autoridades, se exponen puerta a puerta –¡los reyes magos en abril!- porque este pueblo, sí, el pueblo coordinado y aun por libre, es un gran pueblo, digamos país. O sea, la gente. Ahora la vista está puesta en agosto, aunque no haya toros ni suene la banda, aunque no salgan San Roque ni la Virgen, ya en 2021 los sacaremos dos veces si hace falta porque, además, los párrocos están con su gente y lo que haga falta, menos perder el respeto, que de eso no sabemos aunque sí de hablar como se habla en Castilla, claro y directo. Brindaremos a pleno sol mientras ustedes se sienten en 22 sillones y se crean tan importantemente ministros. Salvo algunos, cabales, que los hay y son los que palian el asunto, los demás se enteran más bien poco. La tapia les impide ver no ya Vallecas sino la propia calle de su remite y se hechizan ante el tótem del jardín, que resulta que es una tinaja.