Aquí os esperamos

10/11/2018 - 18:42 Antonio Yagüe

Hoy la izquierda hace cuña con Podemos, sus confluencias y las rancías burguesías catalana y vasca para poner en jaque a la Constitución. 

A España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Parece que se ha cumplido la famosa declaración de intenciones de Alfonso Guerra en la España de 1982, tras más de diez millones de votos al PSOE y 200 diputados. Pero por la puerta de atrás. Hoy la izquierda, al menos la de su partido, significa otra cosa. Falaz y degenerada, hace cuña con Podemos, sus confluencias y las rancias burguesía catalana y vasca para poner en jaque la Constitución. Utilizan como señuelos o falsas liebres la monarquía, la bandera, los tribunales, la Guardia Civil o cualquier institución, sin entender que esos ataques allanan el camino al fascismo de verdad.

España empieza a ser irreconocible hasta en esa fiesta de los muertos llamada Halloween, que la globalización y la estrechez mental nos han colado como gol por la escuadra, como diría nuestra ministra Valerio. El jolgorio está superando al carnaval. Durante una larga semana ha traído de cabeza a los escasos niños y adolescentes de la comarca, con calabazas,  camisetas con calaveras, guadañas de plástico y otras parafernalias. 

La celebración ha implicado a docentes, padres y a los negocios más variados, baretos, restaurantes y hasta puticlubs (según cuentan) que han hecho su noviembre.

Las visitas al cementerio (en griego ‘dormitorio’) se han convertido para chicos y no tanto en una especie de “pantalla pasada”. El rito de adornar tumbas y escuchar su silencio ya apenas tiene tirón entre los mayores y algunos políticos que no desperdician una posibilidad de foto. Salvo por algunos subvencionados nichos recientes, la mayoría de los camposantos del Señorío son mínimos, campesinos, rurales. A lo sumo sobresale la tumba/panteón del prócer local, el señorito del pueblo o el cacique que inició su viaje a la eternidad.

De niño la muerte era un tenebroso temor en las noches de invierno. Leyendas en el frontispicio de camponsantos como el de Milmarcos,  «Como te ves, me vi; como me ves, te verás», excitaban mi imaginación. Luego la muerte se ha hecho una vieja conocida. En dos gallegos anoté el popular y jocoso “Aquí están nuestros huesos, esperando a los vuestros”. Pero ninguno tan premonitorio, claro y sin concesiones  como el de Lardero (La Rioja): “Aquí os esperamos”. Con Halloween o sin él, todos deberíamos tomar nota.