Belenes Vivientes
Fueron vedados durante la pandemia, como tantos actos públicos, y son descalificados por ediles y onegés animalistas que ven en ellos un atentado a los derechos animales de vacas, bueyes o burros, e incluso acoso infantil y de género contra quienes representan al Niño y a la Virgen.
Un colega plantea que habría que incluir la Navidad como quinta estación del año, a caballo entre Otoño e Invierno. No le falta razón. Llevamos con luminarias, publicidades y motivos navideños desde los Santos, y lo que te rondaré hasta que los Reyes traspongan hacia Oriente.
En estas navidades preelectorales se ha disparado el montaje de belenes. Cada año antes. Hasta en ciudades con regidores agnósticos autodenominados progresistas. Algunos habían copiado a la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena, que los prohibió hasta su penúltimo año de mandato. Rectificar es de sabios.
También han retornado los belenes vivientes, tan enternecedores a finales del siglo pasado. Fueron vedados durante la pandemia, como tantos actos públicos, y son descalificados por ediles y onegés animalistas que ven en ellos un atentado a los derechos animales de vacas, bueyes o burros, e incluso acoso infantil y de género contra quienes representan al Niño y a la Virgen.
En Molina de Aragón ha deslumbrado el celebrado el pasado domingo en los Castillos, con romanos y todo. En Madrid y otras capitales se cuentan por decenas en una especie de competición por mostrar el más completo y mejor historiado y montado.
Ninguno tan madrugador y esperpéntico, incluso con Herodes, como el de la Carrera de San Jerónimo. El 22 de noviembre 110 diputados socialistas (9 de Castilla-La Mancha) votaron de madrugada eliminar el delito de sedición del Código Penal para que los golpistas catalanes puedan repetir. El viernes abarataron el de malversación (sinónimo de robo), que sólo afecta a políticos. Esta semana avalaron la chusca ley Belarra, con 16 tipos de familia, y el 22, día del Gordo, aprobarán la Trans y allanarán el asalto al TC y al referéndum separatista.
He soñado que los 23 figurantes del belén viviente de Moncloa aprueban el martes un real decreto prohibiendo el invierno. Sería una cortina de humo total, el sumun para copar la propaganda mediática. “Tú dales ideas”, me ataja un amigo.