Bernal

06/08/2021 - 14:53 Jesús de Andrés

El nombre de Santiago Bernal forma parte de una amplia estirpe de grandes fotógrafos y como tal pasará a la historia de la fotografía española del siglo XX.

Por Jesús de Andrés

Hay una fotografía de Santiago Bernal que delata como pocas su mirada y su personalidad. La realizó en 1972, con motivo del viaje que por la Alcarria realizó de nuevo Camilo José Cela para conmemorar el 25 aniversario de la publicación de su libro. En ella aparece Cela sentado en una mesa camilla repasando lo que parece un libro viejo, ensimismado en su contemplación mientras a su lado una mujer mayor, de riguroso luto, la vista baja, con las manos en el regazo, esboza un gesto de humildad y resignación vital. Es una casa vieja, de pueblo, con los cables de la luz por la pared, una cómoda con una Inmaculada, algún cuadro que no se aprecia y un enorme espejo ovalado que refleja la espalda de don Camilo y -donde debiera aparecer el fotógrafo, donde cualquier otro hubiera dejado lugar al autorretrato- la imagen de un anciano que contempla al escritor. Compone así unas Meninas rurales, un juego de perspectivas e imágenes con ese espejo en que se reflejan no unos reyes sino quien será un premio Nobel y un anónimo paisano de Budia. Él se limita a poner su ojo y su objetivo, desapareciendo de la escena, dejando el protagonismo a los demás en un alarde de profesionalidad fotográfica y modestia.

El nombre de Bernal forma parte de una amplia estirpe de grandes fotógrafos y como tal pasará a la historia de la fotografía española del siglo XX junto a los de Catalá-Roca, Ramón Massats, Alfonso o Cristina García Rodero, entre otros, si bien nunca se ocupó de autopromocionarse más allá de los límites de nuestra provincia. Totalmente asentado en su terruño de adopción, se sintió más cómodo como sucesor de Camarillo, Layna Serrano, José López o Reyes, como coetáneo de Fernando Poyatos y tantos otros. La concepción actual de La Caballada de Atienza, reflejada año tras año por su cámara, por poner un ejemplo, se debe en buena medida a su mirada. En sus más de cuatro décadas al frente de la Agrupación Fotográfica de Guadalajara, y después como presidente honorífico, animó la actividad cultural de la capital y de la provincia, promoviendo premios e infinidad de actos relacionados con la fotografía en forma de cursos, conferencias, exposiciones…, guiando con su magisterio a los socios que llegamos después, dejando un reguero de amigos, discípulos y compañeros entre aquellos que amamos el arte de la imagen.

Hoy, cuando todo el mundo lleva una máquina de fotos en el bolsillo en forma de teléfono móvil, cuando la imagen lo ha invadido todo, el legado de fotógrafos como Santiago Bernal no sólo es memoria de una época sino ejemplo vivo a seguir. Aunque él no ha podido detener el tiempo, el tiempo ha quedado detenido en sus fotografías. Descanse en paz.