Bibliotecas y librerías
Comienzo el día visitando dos bibliotecas en Madrid acompañando a Jesús Marchamalo, siempre agudo, sagaz, que es quien más sabe de ellas. Hablamos de libros, de autores, de arquitectura y bibliotecas.
En el Mercado de San Fernando, en Lavapiés, junto a la biblioteca de la UNED, en las antiguas Escuelas Pías, tomamos un café y descubrimos una librería donde venden libros al peso, un kilo por diez euros. Cualquier biblioteca, por pequeña que sea, es un registro de nuestra propia biografía. Toda biblioteca particular es reflejo y archivo vivo de su dueño. Los libros reunidos a lo largo de una vida recogen nuestros sueños, nuestra formación, nuestros gustos, nuestras aficiones, nuestros intereses: lo que somos. También las bibliotecas públicas son registro de la biografía de las instituciones a las que pertenecen, de su saber acumulado. En la biblioteca central de la UNED, impresionante silo de palabras que almacena más de medio millón de libros, visitamos la colección Asín Palacios. Son memoria viva.
Vuelo después a Galicia. La luz de los vehículos ilumina las gotas de agua que chocan con fuerza contra el suelo. Llueve como en las películas, con rachas de viento que provocan un oleaje flotante, suspendido sobre el asfalto. Aprovecho el final de la tarde para visitar algunas librerías coruñesas, de libros viejos una, de libros de segunda mano otra, de novedades y ediciones especiales otras dos. Se acercan las navidades y, pese a la tempestad, rebosan de gente. Se siguen regalando libros, se sigue leyendo, hay esperanza.
Leer multiplica la vida. Leer nos puede llevar a lugares en los que nunca hemos estado ni estaremos, vivir situaciones que ni tan siquiera sospechamos que puedan darse, ponernos en la piel de personajes de otra edad, de otro sexo, de otro país, incluso de otro planeta. Uno puede buscar un tesoro en una isla o quedar abandonado en otra tras naufragar su barco, dar la vuelta al mundo en ochenta días o realizar un viaje por el Mediterráneo que dure años, vivir en una distopía futura o en un paraíso soñado, ser un joven mago o una anciana que recuerda su vida en África. “Yo, que tantos hombres he sido”, decía Borges, quien incluso ciego buscaba otras vidas entre las páginas de los libros. Hoy, como siempre, estamos necesitados de ficción, de historias, de palabras que les den vida. Recordaba Emilio Lledó la necesidad que los seres humanos tenemos de la literatura. Los libros, decía, son el fundamento básico de la libertad, dos palabras con una raíz común. Ser libres y leer libros: no se entiende una cosa sin la otra. Visiten las librerías, compren libros en estas fechas. Pueden adquirir allí un pedazo de libertad.