Cantautores de raíz
Mis primeros recuerdos de lo que después supe que se llamaban “cantautores” tienen que ver con la radio que difundía sin parar las canciones de éxito.
En mi anterior artículo, hablaba sobre el punto de inflexión que supuso, para mí y para otras personas, el reencuentro con las canciones y melodías de nuestra infancia que, luego de jóvenes, volvimos a escuchar en las grabaciones del “Nuevo Mester de Juglaría”, Joaquín Díaz y otros grupos y solistas castellanos. Los temas eran los mismos, pero algunas cosas habían cambiado notoriamente: los cantares de nuestra infancia tenían su momento y su lugar. Los romances, por ejemplo, se solían cantar en las noches de invierno, junto a la lumbre, o en los corros de las solanas, o para ayudar a dormir a los niños; los mayos y los cantos de boda formaban parte de los ritos de emparejamiento y nupciales. Los primeros se cantaban y se cantan por las calles; los de boda seguían, a veces, el recorrido del cortejo nupcial. Las grabaciones comerciales de esos temas ya venían en un paquete en el que cabían temas muy variados y que se escuchaban normalmente, de un tirón, cuando se le daba a la tecla del “play”. El formato habitual de aquellos tiempos eran los casetes y los discos L. P. Los primeros pasaron a mejor vida, los segundos se resisten a desaparecer en plena era digital. Los lugares donde sonaba esa música también podían ser de lo más variopinto: la soledad de un cuarto, el automóvil, mientras se viajaba, o la peña donde se colocaba el tocadiscos el día de la fiesta. Cierto es que, en algunas ocasiones, como en el caso de las jotas y seguidillas, la plaza sigue siendo hoy el marco donde se cantan y bailan dichas piezas, aunque muchas otras circunstancias han cambiado de entonces a ahora.
Casetes y LP antiguos formatos de ediciones para la difusión musical. Foto: José Antonio Alonso.
El caso es que esos grupos y solistas, que podríamos calificar de “folk” o “neofolk”, han dejado su impronta en la música tradicional, que difícilmente podría entenderse hoy sin sus valiosas aportaciones. Lo que estamos contando, desde nuestra experiencia mesetaria, fue un fenómeno general que, en nuestro país, tuvo su momento álgido con los años de la Transición y primeros años de la Democracia. El Estado de las autonomías se coció, en una medida importante, con los rescoldos de la música tradicional y al calor de la canción de autor que, desde cada rincón de nuestra geografía, intentaba trazar nuevos caminos musicales y poéticos, frecuentemente relacionados con las propias señas de identidad.
Las décadas de centralismo habían priorizado los elementos culturales de carácter unificador y los primeros atisbos de pluralismo y libertades vinieron, frecuentemente acompañados de melodías y canciones con los aromas de la tierra donde surgieron. Intentar hablar de aquellos momentos trasciende la dimensión y el objeto de este artículo, así es que citaré algunos nombres que tuvieron especial significado para aquella generación y que, al menos para mí, fueron referentes. El lector echará de menos muchos nombres de cantautores; algunos se me olvidarán sin querer o por falta de espacio y pido disculpas anticipadas, otros no aparecen porque no recuerdo su especial vinculación con la música tradicional o de raíz, aunque su labor como cantautores sea claramente digna de mención.
Nuevos escenarios para el folklore.Folk Segovia en la plaza de Juan Bravo. Foto: José Antonio Alonso.
Mis primeros recuerdos de lo que después supe que se llamaban “cantautores” tienen que ver con la radio que difundía sin parar las canciones de éxito, protagonizadas por los norteños Andrés Do Barro y Víctor Manuel, gallego el uno, y asturiano el otro, como es sabido. De estos primeros momentos, en tierras castellanas y leonesas, tendríamos que hablar de la faceta de cantautor del segoviano Ismael Peña, que anduvo un tiempo “haciendo las francias” y por aquí se hizo muy popular y televisivo con su Banda del Mirlitón. También el “Nuevo Mester” ha desarrollado esta faceta; su disco más emblemático, en este sentido, es el de “Los Comuneros”, con letras del poeta Luis López Álvarez. Ese trabajo y, más concretamente, el tema “Castilla, canto de esperanza” se ha convertido en el himno por antonomasia de la castellanía y en una canción popular que trasciende los límites del tiempo. No tan conocidos, pero muy en la línea de los cantautores con raíz, en Valladolid, surgieron La Fanega, un grupo comprometido con su tiempo, que grabaron algunos discos muy interesantes y que, después de unos años de silencio, volvieron a retomar su actividad. De nuestro vecino Aragón han salido una buena muestra de cantautores, de gran trascendencia, no solo para su tierra, pues su obra traspasó las fronteras propias: hablo de la figura emblemática de José Antonio Labordeta, pero también de La Bullonera. Tanto uno como otros cantaron frecuentemente en nuestra provincia, especialmente en la zona sur del Señorío de Molina, donde nos conocimos.
De la canción en catalán, poco puedo decir pues desconozco la influencia del folklore en sus cantautores, aunque debo confesar mi debilidad por Marina Rosell y por la mallorquina María del Mar Bonet, ambas con una sensibilidad interpretativa extraordinaria. También citaré a los vascos de Ganbara y a Oskorri, con quien tuve el gusto de compartir escenario en la Expo-92. Siguiendo por las tierras del norte hay que aludir a los asturianos de Nuberu. En Galicia, tierra de buenos músicos, la lista sería interminable. Pero si hablamos de cantautores con raíces folk, no podemos olvidarnos de Amancio Prada, ni de Emilio Cao. En Salamanca, Nino Sánchez y en Extremadura Pablo Guerrero -el autor de “A cántaros”, otro tema emblemático- y Luis Pastor, que también ha actuado varias veces en nuestra tierra. Si pienso en Andalucía pienso, como no, en Carlos Cano y en Lole y Manuel, pero también en otros grupos a caballo entre el rock y el flamenco -pongamos que hablo de Triana o Medina Azahara-. Y, en Murcia, Manuel Luna, un folklorista y cantautor, con influencias del folklore murciano, cántabro y manchego, que todo le cabe en su amplia trayectoria.
Cantautor. Obra de Mariano de la Concepción Torreira.
Entre todos ellos, otros muchos que no han sido citados y un sinfín de solistas y grupos folk de ayer y de hoy, el folklore musical y la canción popular han seguido renovándose y adaptando los repertorios a los nuevos tiempos. Y lo que te rondaré, morena.