Cielos contaminados

31/07/2021 - 15:26 Antonio Yagüe

La Fundación Starlight ha desarrollado un sistema de certificación que apenas incluye como candidato el Alto-Tajo.

Tras año y medio marcado por los confinamientos y la pandemia, este verano ofrece la oportunidad de mirar y disfrutar de los cielos estrellados al aire libre. Se podrá observar a simple vista a Júpiter, Saturno, Venus, Marte e incluso Mercurio si el horizonte está despejado. La lluvia de las perseidas o “lágrimas de San Lorenzo”, se verá bien del 12 al 18 de agosto.

La Luna, las constelaciones y la franja blanquecina de nuestra Vía Láctea completarán el espectáculo astronómico. Las lunas llenas (24 de julio y 22 de agosto) son ideales para las andadas nocturnas que cada año se celebran en el Señorío. Pero ninguna como la de Comuneros de Calatayud.

Pocos cielos en la noche para la observación de las estrellas rivalizan con el de la isla canaria de La Palma, referente mundial  en calidad. Cada vez son menos debido a la contaminación lumínica, un tipo de polución a la que apenas atendemos. Sin embargo, altera los biorritmos de toda la naturaleza, incluidos los humanos. Este agosto, también impedirá las seculares previsiones meteorológicas de las cabañuelas.

La Fundación Starlight ha desarrollado un sistema de certificación que apenas incluye como candidato el Alto-Tajo. Un mazado al llamado ‘astroturismo’, fuente de riqueza más sencilla y barata que los de fiesta urbana y de sol y playa.

Las farolas, desplegadas hasta en antiguas eras, y los abundantes parques eólicos con los destellos rojos permanentes, son los principales enemigos de un firmamento limpio y libre de impurezas en el que poder contemplar el patrimonio astronómico.

He subido a La Lastra (1.372 metros) de mi pueblo. Desde allí se puede contemplar todo el antigio reino de Aragón, Soria y la Rioja. Nuestros abuelos decían que siete obispados y hasta el Monte Perdido (Pirineo de Huesca) cuándo tiene bien de nieve y hay anticiclón. Unos 350 kilómetros de distancia.

De niños subíamos a localizar estrellas en la negritud de la noche. Hoy descorazona el deslumbramiento de los lejanos aerogeneradores  de Maranchón, Calatayud, Medinaceli o Setiles, los cercanos de Fuentelsaz y Milmarcos, y las luminarias de pueblos que parecen un quirófano o plató.