Con la deuda bajo el brazo

28/11/2020 - 11:16 Antonio Yagüe

Un dicho popular aventura que los niños vienen al mundo con un pan debajo del brazo. Los economistas serios le añaden una deuda de 2.000 euros más que los nacidos antes de comernos las últimas uvas.

Hoy ha nacido Álvaro, el primer niño gestado en el Señorío durante el confinamiento decretado en marzo para plantar cara al maldito Covid-19. Algunos dicen, no sin fundamento, que sus dos progenitores le echaron un par con la que empezaba a caer. Como tantos otros recientes  padres que afrontan este momento clave en sus vidas en un entorno de amenazas y guardando distancias con sus familias y amigos.

Un dicho popular aventura que los niños vienen al mundo con un pan debajo del brazo. Los economistas serios le añaden una deuda de 2.000 euros más que los nacidos antes de comernos las últimas uvas. El  festival del crédito protagonizado por el BCE –explican- nos llevará alcanzar este año el 130% de nuestro PIB, 45 millones de euros más cada hora que pasa, nada más y nada menos. Cada español  debemos ya una media de 27.500 euros y algún día habrá que pagarlo, si no nosotros, nuestras futuras generaciones.

Los hijos del confinamiento tendrán menos dudas sobre su paternidad como ironiza una aguda molinesa y también serán menos numerosos, a pesar de las típicas bromas y memes en redes sociales. Si la natalidad en nuestra tierra estaba bajo cero, como las temperaturas invernales, este año se situará en “cero mata cero”, según prevén los ginecólogos. Avezados sociólogos sostienen que las situaciones de estrés no contribuyen a afianzar la fertilidad. Si le sumamos la distancia social y los conflictos de convivencia, estocada mortal.

Pasan grullas por el Señorío en lugar de cigüeñas y nuestra juventud está en el alero. Los datos sobre renta y riqueza muestran que los jóvenes son más pobres que sus padres. No es de extrañar que un 50% de treintañeros vivan con ellos. Y los menores tienen muy altas probabilidades de caer en la pobreza, abandonar estudios, estar en paro o tener trabajos precarios, carecer de vivienda…

El adelanto de 27.000 millones de euros de los 140.000 prometidos por los fondos europeos se hace esperar. Podemos irnos apretando el cinturón hasta el último agujero y puede que tengamos que agujerearlo más. Demasiados nubarrones.