Conspiranoicos

30/08/2019 - 18:13 Jesús de Andrés

El independentismo catalán se ha echado en brazos de las teorías conspirativas.

Cuando la realidad no nos da la razón existe la tentación de recrearla. Lo hacemos todos en mayor o menor grado: puede ser autoengaño, falta de responsabilidad o la disculpa necesaria que en ocasiones nos damos a nosotros mismos. Hay, sin embargo, acontecimientos que ya han tenido lugar o que están por suceder cuya versión oficial es puesta en duda por determinadas personas o grupos. Son las teorías conspirativas. En ocasiones sus seguidores responden a un patrón psicológico que los lleva a no creer en la verdad por muy demostrada que esté. Así, para ellos, la tierra será plana, no se habrá llegado a la luna, Elvis y Jesús Gil siguen vivos, se rocían las nubes para que no llueva y se contaminan los tomates para que seamos infértiles, entre otras perlas. Otras veces, por intereses muy concretos o motivos ideológicos, se cuestiona la verdad oficial y se ofrece una explicación alternativa, esta sí auténtica, frente a las falsedades que, por motivos ilícitos, nos quieren vender las autoridades.

Coincidiendo con el primer aniversario de los atentados islamistas en Barcelona y Cambrils, el independentismo catalán, preocupado por la desafección, lenta pero constante, de sus seguidores, se ha echado en brazos de las teorías conspirativas. El atentado de las Ramblas en realidad habría sido alentado por las fuerzas de seguridad españolas, deseosas de impedir el referéndum y de frenar el ascenso independentista. Los supuestos contactos entre los servicios secretos y el imán de Ripoll -líder de la célula terrorista- lo demostrarían. A esta versión, pese a que la investigación lo ha desmentido, se han sumado el presidente Torra, algunos consejeros del gobierno catalán y toda la patulea simpatizante con el independentismo, incluida la alcaldesa Colau. Sorprende su credulidad, sobre todo cuando se ponen tan estupendos para cimentar sobre supuestos racionales su afán independentista. Lo mismo ocurre cuando critican a la monarquía por considerarla anacrónica y no democrática pero no se cuestionan su confesionalismo meapilas. ERC presume de ser un partido republicano pero su líder, Oriol Junqueras, ejerce de obispo del nacionalismo. Y a mirar para otra parte.

La conspiranoia es un síntoma de frustración política, como señalaba hace poco José Antonio Zarzalejos. Lo fue tras los atentados del 11-M en Madrid, cuando buena parte de la derecha, alentada por un puñado de medios de comunicación, insistió en atribuírselos a ETA. Lo fue tras los asesinatos de las niñas de Alcácer, cuando se pretendió implicar a personajes públicos a fuerza de insistir en el entonces conocido programa de televisión Esta noche cruzamos el Mississippi, de Pepe Navarro. Cuando la realidad no es como a estos grupos esencialistas les gustaría que fuese, hay que buscar una realidad alternativa, llena de enemigos que intrigan y actúan contra la causa. Nada une más que una ficción victimista, y de esto andan sobrados.