Cuatro pueblos de la provincia narran su crudo día a día
Los alcaldes de cuatro pequeñas localidades de la provincia, situadas en la Comarca de Molina-Alto Tajo, campiña del Henares y Alcarria Baja narran los problemas con los que se encuentran en el día a día de su labor municipal. En estos meses invernales deben a enfrentarse a la realidad. Atrás queda el verano en los que resucitan gracias a las familias que regresan al pueblo que les dio la vida y sus hijos. Todos coinciden en resaltar la importancia de la Diputación provincial para su funcionamiento diario.
Días de fiesta, de actividades en común y animadas charlas en el bar se olvidan. Llega el frío, los hielos y la lluvia. Los problemas en los consistorios persisten, tanto en verano, como en otoño; invierno y primavera. Deben mantener sus calles, tuberías, alcantarillado, depósitos de agua, bombeos, y velar por el correcto funcionamiento de los servicios sociales, sanitarios y educativos. Y el dinero es muy justo. Demasiado escaso.
Aranzueque
Para el alcalde de Aranzueque, Andrés Mariano Martínez Clavel, que lleva tan solo seis meses en el cargo, “la asistencia técnica y jurídica de Diputación es esencial, porque somos un pueblo de menos de 5.000 habitantes, con 350, y nuestros ingresos no nos dan para llegar a fin de mes”.
Pone un ejemplo: “Se nos ha marchado la secretaria interventora y es imposible trabajar sin ella. Por eso Diputación suple perfectamente su labor y contamos con su asesoramiento jurídico y técnico, en asuntos como pliegos o subvenciones”. Asimismo señala que el asunto económico, urbanístico y de organización de cuestiones relacionadas con el funcionamiento institucional, como los plenos, es “esencial”. Y va más allá: “Me parece que el servicio que nos da es extraordinario, porque sin él los pueblos no sobreviviríamos”.
El Ayuntamiento de Aranzueque acaba de finalizar una auditoría de las cuentas que arroja una situación delicada de las cuentas municipales. “Estoy preocupado porque los gastos superan los ingresos cada mes”, ilustra, por lo que, entiende, “hay que buscar soluciones difíciles de encontrar”. Próximamente planteará a Diputación y Junta “ayuda en este punto, porque las subvenciones no van al cien por cien y están muy enfocadas a asuntos muy concretos que no es del día a día de mantener servicios, calles, pagar a un limpiador o limpiadora o administrativo”, porque –continua- “entre luz, agua, gasoil del colegio, mantenimiento y averías es muy difícil cuadrar las cuentas”.
Por su cabeza pasan varias opciones, entre ellas la de “una ayuda general, financiación con un coste asumible, en función de ingresos para usar el dinero no para cosas concretas, sino para asuntos generales, lo que vaya surgiendo, que es lo que te descuadra”, asevera Andrés Mariano. “Debe haber una fuente de financiación aunque luego se tenga que devolver”, matiza.
Sería un apoyo diferente al que procede de la asistencia de un centro comarcal, “que funciona perfectamente cuando tienes una necesidad urgente; vienen te lo arreglan sin coste”. Sin embargo, prosigue, “hay otras cosas con coste, como reparaciones en edificios municipales, infraestructuras, arreglar una calle, o un hundimiento”.
Alarilla
El primer edil de Alarilla, Alberto Yáñez, asegura que “sin Diputación habría muchas cosas que no podríamos hacer”. Y repasa: “facilita el mantenimiento, emite informes arquitectónicos, de construcción de obra nueva o de derribos, que de otro modo no tendríamos dinero para elaborarlos”, indica. El pueblo, con 138 habitantes, tiene numerosas casas en estado de derrumbe o a punto de desplomarse “y de esta forma se evita el desmoronamiento”.
Gracias a los fondos de Diputación puede ejecutar obras y otras iniciativas contempladas en los Planes Provinciales, que se destinan, entre otras, a obras hidráulicas y pavimentación de vías públicas; Fondo de Cooperación y Desarrollo de Municipios (FOCODEM), línea de subvenciones que pretende proporcionar recursos a los ayuntamientos para ejecutar obras, al tiempo que deja en sus manos todas las decisiones y la gestión sobre las inversiones reales que se consideran más prioritarias e inaplazables en cada localidad; o el Fondo de Inversiones Municipales (FIM) destinado a consistorios de la provincia de entre 1.000 y 20.000 habitantes.
El regidor de Alarilla pone un ejemplo: “Nuestro depósito de agua está al final de una cuesta que hay que subir andando, porque está de tierra”. Asegura que lo que pretende es “que se asfalte para que, en caso de que sea necesario, pueda subir un camión para, por ejemplo, si hubiera alguna avería y tuviera que recoger el agua”.
Torremocha del Pinar
El alcalde de Torremocha del Pinar, Juan Daniel Emilio, es contundente: “sin la ayuda de Diputación el 90% del pueblo estaría en la ruina, ya que no habría fondos, ni inversiones”. Agradece el trabajo que desempeña la Institución provincial, “ya que, gracias a su labor, nuestro pueblo, de 20 años para acá, no se parece absolutamente en nada”. Y señala especialmente un periodo. “Desde que está José Luis Vega hemos notado, gracias a la liberación de remanentes, una mejora notable”.
En el ayuntamiento “llegamos a fin de mes y punto”. Pero gracias a las distintas ayudas de Diputación pueden llevar a cabo iniciativas que de otra forma sería imposible. Por este motivo asegura: “Me opongo radicalmente a la corriente que apoya la tesis de la supresión de las diputaciones, porque sin ellas los pueblos desaparecerían”.
Es algo tan simple, como importante, como por ejemplo una avería de agua o del alumbrado. De su reparación se encargan los operarios del Centro Comarcal que hay en Molina de Aragón que acercan los servicios de la institución a un municipio de 40 vecinos que está a 127 kilómetros de la capital.
Juan Daniel hace un repaso de la utilidad de los fondos para su municipio: Remodelación de un apartamento para que el Ayuntamiento pueda alquilarlo a los vecinos que quieran residir en el pueblo; asfaltado de calles; alcantarillado nuevo o arreglo de un camino rural con la subvención de Junta y Diputación que mejora la conexión de la localidad con la N-211 y evita el elevado tránsito que existía por el casco urbano cuando llegaban las épocas de alta afluencia de coches.
Zaorejas
El alcalde de Zaorejas, José Luis López, y todo su equipo, tuvieron que afrontar una reparación cuyo precio ascendió a 10.000 euros. “Hay que subir el agua del Tajo, desde la fuente del Campillo, hasta los 1.250 metros de altitud a través de una conducción de seis kilómetros de fibrocemento, que ha experimentado tres reventones en seis meses”, indica el regidor.
“De no ser por los operarios del Centro Comarcal de Molina de Aragón, hubiera sido prácticamente imposible”, ilustra. “Tuvimos que pagar un maquinista para levantar la tierra y que los operarios de la Institución provincial pudieran hacer su labor”, recuerda. El Ayuntamiento dispone de 18.000 euros del Fondo de Inversión Municipal (FIM) de Diputación “para ir acometiendo por tramos la renovación total de un material que es obsoleto”.
Otro de los problemas que están combatiendo es la reparación de la vivienda tutelada. En febrero se tuvo que trasladar a sus ocho personas mayores residentes a Alocén. “Hubo una fuga de agua, pero no hemos dado con la solución”, aclara el primer edil. Para su remedio ha solicitado a la Consejería de Bienestar Social una subvención.
A ello se suma el mal estado del edificio del dispensario médico, que es atendido dos veces por semana, y del botiquín, que supondrá una inversión de cerca de 120.000 euros que tendrá que plasmarse en las obras oportunas antes de junio de 2024. “Es el plazo máximo que nos fija la UE para dar salida a los 72.000 euros del dinero de Next Generation”, señala. “Además hace 10 días hemos solicitado ayuda al Sescam”, indica José Luis.