Discursos bélicos

25/02/2023 - 13:10 Jesús de Andrés

Si algo bueno tiene su discurso es que clarifica el pensamiento del presidente ruso. Una ideología ultranacionalista, antioccidental y antiliberal.

Se cumple un año desde la bárbara invasión rusa de Ucrania. Doce meses de terror y destrucción, de mentiras y muerte. Pronuncia Putin, coincidiendo con el aniversario, su discurso a la Duma (su parlamento) sobre el estado de Rusia: una arenga llena de odio, de falsedades que provocan vergüenza ajena, de victimismo y amenazas. Ni el más mínimo remordimiento, ni el menor de los arrepentimientos por tan enorme error. No se llora a los muertos, poco importa el daño causado, seguimos adelante. Asombra, eso sí, la desfachatez con que acusa a Occidente de pedofilia y perversión de menores. Él, precisamente, que está llevando a cabo el secuestro sistemático de niños ucranianos para, separados de sus familias, reprogramarlos, destruyendo esas vidas para siempre.

Si algo bueno tiene su discurso es que clarifica el pensamiento del presidente ruso. Una ideología ultranacionalista, antioccidental y antiliberal. Una amalgama ideológica en la que se convergen los imperios zarista y soviético, lugar en el que se sienten cómodos entre nosotros los más extremistas: la extrema derecha tradicionalista que critica el individualismo así como la devaluación de los valores nacionales y familiares, y la extrema izquierda antioccidental, comunitarista y de querencia leninista. Unos y otros entre nosotros, en Vox y Podemos sobre todo, justifican la invasión y mantienen absurdas alegaciones para evitar el apoyo en armas y formación militar a Ucrania. Qué curiosa conversión la de los extremos, a los que al final une más su carácter antiliberal que cualquier otra consideración.

Son muchos los errores estratégicos cometidos por Putin, desde su exceso de confianza a la falta real de información en la que se encontraban sus fuerzas armadas, su industria militar y su propia sociedad. No es algo nuevo, ya desde tiempos de la Unión Soviética, donde las estadísticas tenían una utilidad para justificar políticas, jamás hubo un conocimiento cabal de la realidad. Rusia, en una deriva imperialista que pretende ignorar la legislación internacional, pretende mover fronteras y romper Estados en Moldavia, Ucrania, Georgia y tantos otros donde haya minorías rusas, intereses territoriales o en forma de materias primas.

También ha dejado claro su discurso bélico el alejamiento de la clase dirigente rusa de cualquier atisbo de racionalidad. Deciden seguir adelante, una vez más con la amenaza de uso del arma nuclear. No es la primera vez y cada amenaza ha traído consigo una modificación de sus pretensiones. No habrá paz porque no hay ninguna intención de abandonar los territorios ocupados. Los próximos meses serán duros para todos, también para nosotros. Ucrania merece nuestro apoyo porque están en juego nuestros valores, al menos los de quienes defendemos la democracia; no tanto los de quien sustenta discursos bélicos.