El antiguo lavadero de San Roque

15/01/2023 - 13:03 Eduardo Díaz

En el siglo XIX en Guadalajara las lavanderas de ropa de la ciudad realizaban sus labores en las orillas del río Henares, en los arroyos y por último en las charcas.

Uno de los momentos cruciales de la ciudad de Guadalajara fue la llegada a la alcaldía de la ciudad en 1864 del doctor Román Atienza y Baltueña. Este médico, nacido en Valfermoso de las Monjas, tenía entre ceja y ceja su objetivo de traer a Guadalajara el agua a través de cañerías del manantial de Santa Catalina. Una vez conseguido el objetivo, creó un lavadero municipal para el lavado de las ropas y su posterior secado en los tendidos situados en la pradera de la ermita de San Roque. La inauguración del lavadero de San Roque fue en la mañana del 19 de abril del año 1868. Asistió al acto la Corporación Municipal al completo, así como numerosas familias de la ciudad que quisieron agradecer al alcalde la construcción de este lavadero tan necesario en la ciudad en aquellos tiempos. 

El edificio de grandes dimensiones era rectangular e igualmente se encontraba cubierto de grandes cristaleras, para evitar el congelamiento de las aguas en la época invernal. Junto al lavadero de San Roque, en las Ferias y Fiestas de Otoño en Guadalajara, se celebraban las Ferias de mercado de animales en donde se exponían y vendían las mulas de la zona de Maranchón y los burros de la Campiña del Henares. Famoso se hizo un cantar de un comprador de ganado que decía así: “Compré una mula en la feria de Guadalajara y se me tumbó en Cañizar, yo no pagó esa mula hasta que vuelva a caminar”. En varios programas de las Ferias y Fiestas de Otoño de Guadalajara aparecía la portada del lavadero de San Roque y en sus inmediaciones la Feria del mercado de ganado con sus tratantes. La tradición de la Feria del Mercado de animales en otoño se mantuvo durante muchos años. A mediados del siglo XX la Feria del Mercado fue sustituida por la Feria de  muestras y del comercio en el interior del recinto de la fundación Adoratrices, la cual se mantuvo hasta el año 1977.

Con el paso de los años, y ante el aumento de población de Guadalajara, se construyeron otros lavaderos en diferentes barrios de la ciudad. Era muy frecuentado el Lavadero del desaparecido barrio del Cerro del Pimiento, que se encontraba muy cerca del santuario de la Virgen de la Antigua. En la zona del barrio del Alamín se construyó un amplio lavadero en el paseo de la Alaminilla, siendo trasladado posteriormente a la calle de San Bernardo, en donde en la actualidad existe de manera simbólica un recuerdo al lavadero que utilizaban sus gentes.

Por último en la zona de la Puerta de Bejanque existía el lavadero de Santa Ana que era utilizado por los vecinos de la carretera de Zaragoza y las Monjas del convento de San Bernardo, que lavaban la ropa a los más desfavorecidos de la ciudad.