El antiguo Recinto Ferial del Parque de la Concordia
En el año 1922 el alcalde de Guadalajara, Miguel Solano González, decidió trasladar el recinto ferial al parque de la Concordia.
Desgraciadamente y por segundo año consecutivo, las Ferias y Fiestas de Guadalajara han vuelto a ser suspendidas por esta maldita pandemia del Covid-19. En el rincón de esta semana vamos a recordar el recinto ferial del parque de la Concordia que estuvo instalado hasta el año 1977.
Históricamente los recintos feriales, al igual que en la mayoría de las ciudades de España, son un auténtico quebradero de cabeza para las corporaciones municipales ya que se trata de organizar un auténtico parque temático de atracciones y chiringuitos para poco más de una semana al año.
En Guadalajara las atracciones de ferias comenzaron a instalarse a principios del siglo XX. El lugar elegido fue la Calle Mayor, incluyendo las plazas del Jardinillo y la del Ayuntamiento. En el año 1922 el alcalde de Guadalajara, Miguel Solano González, decidió trasladar el recinto ferial al parque de la Concordia, prohibiendo de manera tajante la colocación de cualquier atracción de feria fuera de este recinto; esta decisión fue muy criticada tanto por los ciudadanos como por los propios feriantes ya que consideraban al parque como un lugar muy frío y situado a las afueras de la ciudad.
Tras la suspensión de las ferias y fiestas durante tres años con motivo de la Guerra Civil, éstas volvieron a celebrarse en otoño del año 1939. El alcalde de aquella época, Pedro Sanz Vázquez, decidió que el recinto ferial se situase junto al coso taurino en el paseo de las Cruces, ya que era este lugar el más frecuentado durante las ferias de otoño. Tres años después el recinto ferial volvería de nuevo al parque de la Concordia debido al aumento de atracciones y feriantes.
Los dos flancos del salón central del parque de La Concordia eran ocupados por atracciones para todos los públicos, destacando los carruseles y las barcas voladoras. Con el paso del tiempo este pasillo principal fue ocupado por numerosas tómbolas que ofrecían múltiples y atractivos premios a cambio de apostar y comprar los famosos boletos que se depositaban en amplias palanganas.
En el llamado “Paseo de los Curas”, situado junto a la barandilla del parque, se instalaban las casetas de tiro al blanco con carabinas y otras casetas de entretenimiento. Un rincón del final del paseo junto al palomar, era el lugar elegido para la instalación de carpas donde se exhibían personas con deficiencias físicas como las Hermanas Colombinas y la mujer de una cabeza sin cuerpo. Junto a estas atracciones se instalaba una voluminosa pista de coches de choque que amenizaban los viajes con la música más moderna del momento. Esta atracción, por el gran éxito que tenía entre los jóvenes, siempre solicitaba un periodo extra que se le concedía y aguantaba su estancia hasta mediados del mes de noviembre.
En el ancho paseo del Kiosco de la Música se situaban a ambos lados el llamado Tren de la Bruja, la Barca Vikinga, el espectáculo de motocicletas “ El Muro de la Muerte” en donde en el interior del mismo los pilotos desafiaban al movimiento de la gravedad y circulaban sobre paredes de madera en vertical realizando maniobras de acrobacia y peligrosos cruces entre ellos. Finalizaban las atracciones en este paseo con una gigantesca Noria en donde se podían observar preciosas vistas nocturnas de la ciudad en la zona más alta del cachivache giratorio.
Los chiringuitos de bebidas y comidas se arremolinaban en los alrededores del histórico “ Bar Remo”, el cual permanecía abierto durante todo el año en la Concordia siendo desmantelado en el año 1978, con motivo de la rehabilitación del parque; igualmente por este motivo de las obras, el recinto ferial fue trasladado a los terrenos de la Fundación Adoratrices en ese mismo año.