El cementerio municipal de Guadalajara

31/10/2021 - 13:36 Eduardo Díaz

La inauguración oficial del cementerio se produjo el 31 de octubre de 1840. El acto consistió en la celebración de una solemne procesión .

Este fin de semana el cementerio de Guadalajara será visitado por personas que se acercarán a las tumbas de sus raíces familiares para orar y depositar flores. En el rincón de esta semana vamos a repasar de manera muy somera la historia de este lugar sagrado de la ciudad.

   En el año 1814 el Pleno del Ayuntamiento de Guadalajara decidió la creación y realización de un Cementerio Municipal ya que los templos parroquiales y el antiguo cementerio se encontraban totalmente saturados. El primer cementerio de Guadalajara se hallaba en el camino de Tórtola de Henares, en concreto en el paraje denominado como la “ Lentejilla”,  junto al depósito de las aguas. 

Las obras del nuevo cementerio comenzaron en el año 1830 en unos terrenos muy cercanos al camino del Osario, bajo la dirección del arquitecto municipal José María Guallart. Las obras fueron interrumpidas en 1838, teniendo que intervenir la Diputación Provincial para exigir al Ayuntamiento la finalización de las mismas con la inclusión de una ayuda económica. 

La inauguración oficial del cementerio se produjo el 31 de octubre de 1840. El acto consistió en la celebración de una solemne procesión en la que participaron las autoridades civiles y militares, el cabildo eclesiástico con su abad, las Cruces Alzadas de las cinco parroquias de Guadalajara y un numeroso público que desfiló desde la plaza del Concejo hasta el nuevo campo santo. El nuevo cementerio constaba de un solo patio al cual se le denominó Nuestra Señora de la Antigua, en honor a la patrona de la ciudad y desde un principio se observó que era pequeño para la población de Guadalajara que aumentaba de manera considerable. Por todo ello en el año 1882 se amplió la instalación con el nuevo patio dedicado a Nuestra Señora de la Soledad que incluía igualmente  la vivienda del Guarda y la capilla del cementerio. En la capilla se instaló el Cristo de la Expiración, que años antes se  había sido adquirido por el Ayuntamiento de Guadalajara con motivo de la desamortización de Mendizábal y que anteriormente había estado en el monasterio de San Bartolomé en la localidad de Lupiana.  

En el año 1890 se ampliará el tercer patio. Sus gastos fueron sufragados por la marquesa de Villamejor a cambio de la cesión del terreno para construir el panteón familiar y en su honor se le puso el nombre de Santa Ana. La última incorporación al cementerio antiguo fue la del cuarto patio con el nombre de Santa Isabel, con el que se daban por concluidas las obras. En el cementerio antiguo destacan por su magnitud y arquitectura los panteones de ilustres familias de Guadalajara como la de los marqueses de Villamejor, los condes de Romanones y el de la familia Francisco Cuesta con esculturas labradas de Manuel Gamelo.

Ante la numerosa demanda de sepulturas en la década de los años ochenta del siglo XX se amplió el cementerio con tres nuevos patios, lo cual trajo consigo la apertura de una nueva puerta de acceso por la Avenida de Pedro Sanz Vázquez.