El centenario del trágico incendio de la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara
El viernes 10 de febrero se cumplieron justo 100 años de aquel trágico episodio que destruyó la casa matriz de los Ingenieros Militares de Guadalajara. En la actualidad son una fila de cipreses los que nos recuerdan lo que en su día fue el edificio principal del inmueble castrense.
Por Eduardo Díaz
Una Real Orden del 13 de septiembre de 1833 disponía que la Academia de Ingenieros Militares que se encontraba en la localidad de Arévalo fuera trasladada a la ciudad de Guadalajara.
La ubicación para el destacamento militar fue el antiguo Palacio de los marqueses de Montesclaros, que anteriormente había acogido a la Real Fábrica de Paños. Durante la I Guerra Carlista, la Academia de Ingenieros fue trasladada de manera provisional a Madrid, ante el temor de que las tropas Carlistas pasasen por la ciudad de Guadalajara en su camino hacía Madrid. Finalmente los soldados del infante Carlos María Isidro no cruzaron por la ciudad arriacense.
El edificio principal de la Academia de Ingenieros de Guadalajara fue rehabilitado con el apoyo financiero del Ayuntamiento y la Diputación provincial de Guadalajara, unas obras que tuvieron una duración de más de dos años. Durante la ejecución de las obras los cadetes siguieron su formación en el cuartel de San Carlos que se encontraba justo enfrente de la academia militar.
Aprovechando las obras se construyó un nuevo Picadero de Caballos en el barranco del Coquín y un moderno puente de prácticas de ingeniería arquitectónica. La Academia de Ingenieros dio gloria a la ciudad de Guadalajara, tanto en el aspecto comercial como en el familiar ya que fueron numerosos militares los que contrajeron matrimonio con jóvenes de la ciudad. Uno de los militares que se asentó en Guadalajara fue el militar gaditano Francisco Buero García que contrajo matrimonio con la joven del municipio de Taracena, María Cruz Vallejo Calvo. Fruto de ese matrimonio fue el inolvidable dramaturgo Antonio Buero Vallejo, nacido en una casa situada en la calle Miguel Fluiters de Guadalajara.
Los momentos estelares de la Academia de Ingenieros en Guadalajara llegaron en los años 1920 y 1923, cuando el Rey Alfonso XIII presidió la Jura de Bandera y posterior entrega de despachos a los Cadetes en el Paseo de la Concordia.
Todo el esplendor de la Academia de Ingenieros de Guadalajara se vino abajo en la triste y fatídica noche del 9 de febrero de 1924. Sobre las 23.00 horas de esa trágica noche, el Sereno Municipal, Teodoro López, observaba como desde la techumbre del edificio principal de la Academia de Ingenieros comenzaba a salir una gran cantidad de humo que se mezclaba con altas llamas de fuego. Inmediatamente dio aviso a los militares que se encontraban en su interior por lo que inmediatamente abandonaron el lugar y se sumaron a las labores de intentar sofocar las llamas que cada vez cogían más fuerza. Posteriormente el funcionario municipal subió por la Calle Mayor a la sede principal del Ayuntamiento de Guadalajara, con el objeto de activar la sirena del Reloj Municipal y así alertar a los Bomberos Municipales del incendio que comenzaba a propagarse de manera alarmante. Desde el teléfono del ayuntamiento este sereno llamó de manera urgente a los bomberos de Madrid para que colaborasen con sus compañeros de Guadalajara.
Sobre las tres de la tarde del 10 de febrero de ese año 1924, el incendio quedaba totalmente extinguido tras una ardua labor de los bomberos de Guadalajara y Madrid que recibieron la ayuda de los militares y cadetes que cursaban sus estudios en la institución militar. La imagen posterior al incendio era desoladora, únicamente se salvaron del pasto de las llamas el Picadero de Caballos y algunos despachos de Oficiales situados en la parte posterior del edificio. Quedaron en cenizas más de 28.000 libros de la biblioteca, cuyos ejemplares tenían un valor incalculable, los cuadros del Salón del Trono y por último el archivo principal en donde figuraban las hojas de estudio de todos los cadetes que habían pasado por la instalación militar.
Pocos días después del trágico incendio, el Rey Alfonso XII visitó la instalación militar devastada por el fuego en compañía del alcalde de Guadalajara Juan Gallo Ortiz, al que prometió la reconstrucción total del edificio. En ese curso las clases siguieron con normalidad en unos locales de la Diputación Provincial y en el Instituto de Enseñanza Media hasta la finalización del curso académico.
Las obras prometidas por la Casa Real nunca llegaron a iniciarse y la Academia de Ingenieros de Guadalajara, y tres años más tarde la Academia Militar de Ingenieros, reanudaba su actividad en la localidad de Zaragoza.
El viernes 10 de febrero se cumplieron justo 100 años de aquel trágico episodio que destruyó la casa matriz de los Ingenieros Militares de Guadalajara. En la actualidad son una fila de cipreses los que nos recuerdan lo que en su día fue el edificio principal del inmueble castrense que tanta vida y prestigio dio a la ciudad de Guadalajara.