El debate
El debate de Nueva Alcarria fue de menos a más, con un comienzo un tanto encorsetado.Lo que parecía que iba a ser una sucesión de monólogos en píldoras de un minuto o treinta segundos, se fue convirtiendo poco a poco, sobre todo en su segunda parte.
No se ganan las elecciones, y menos las locales, por un debate electoral, como no se ganan por un programa bien elaborado ni por una publicidad más o menos llamativa. Ni tan siquiera se vence por la calidad y calidez de quien encabece la lista, aunque sin todo ello tampoco se ganan. El organizado por Nueva Alcarria entre los seis candidatos al ayuntamiento capitalino no será decisivo para el resultado final, pero todo cuenta. Los expertos dicen que la influencia de los debates se incrementa en contextos de volatilidad electoral y de alto porcentaje de ciudadanos que no ha decidido su voto, y ambas circunstancias se dan en Guadalajara. Ya veremos cómo queda la cosa, pero es seguro que en el debate de dentro de 4 años serán menos los participantes.
El debate fue de menos a más, con un comienzo un tanto encorsetado por las condiciones leoninas impuestas por los partidos en los repartos del tiempo y en la selección de los temas. Lo que parecía que iba a ser una sucesión de monólogos en píldoras de un minuto o treinta segundos, se fue convirtiendo poco a poco, sobre todo en su segunda parte, gracias a unas intervenciones cada vez más incisivas en cuanto los candidatos encontraron hueco para interpelar a otros miembros de la mesa, en un intercambio ágil de reproches y propuestas.
No hay lugar aquí para entrar en detalle, pero sí para transmitir mis sensaciones sobre los candidatos: Alberto Rojo parecía un portero en una interminable tanda de penaltis, solo ante el peligro. El PSOE apuesta por su candidato, que se echó a la espalda en exclusiva la rendición de cuentas de su mandato, personalizando la elección. Habrá que ver si le alcanza para gobernar. Ana Guarinos estuvo punzante y mordaz. Ganó mucho cuando habló de pactos y apeló al consenso, sacando músculo centrista, pero perdió lanzando acusaciones personales o intentando arañar votos a Vox defendiendo la tauromaquia o prometiendo la recristianización de la Navidad. Los votos para repartir serán, sobre todo, los de Ciudadanos, y es ahí donde debiera intentar pescar. Las intervenciones de Ismael Marco permitieron descubrir a quien ha estado demasiado tapado durante esta legislatura. Lástima de previsiones, porque una fuerza liberal, de centro, quizá sea más necesaria que nunca. Me sorprendió el candidato de Podemos-IU, aunque con cada propuesta nacionalizadora -o de promoción del grafiti- que lanzó daban ganas de echar a correr. Susana Martínez, de Aike, llevó los deberes hechos y se notaron sus tablas; ganó al presentar su proyecto local en la misma proporción que perdió al mostrar su querencia participativa. En cuanto a Vox, por último, tengo la duda de si imitó a Tamames o si eso es todo lo que tienen que ofrecer. Me temo lo peor.