El Día del...toro

23/04/2022 - 17:35 Jesús de Andrés

 Según Morante, Vox es un proyecto necesario “que surge de la cobardía del PP para defender las tradiciones”, en particular la fiesta de los toros, que según él sufre “una amenaza galopante de la globalidad.

Libros y rosas, marcapáginas, mesas redondas, firmas y dedicatorias, presentaciones y casetas. Se celebra el Día del Libro en toda España con infinidad de actos culturales, repartidos también por toda la provincia. La fiesta de la palabra, la celebración de la cultura. En Brihuega, sin embargo, regresa la corrida de primavera, la barbarie disfrazada de tradición, la crueldad hacia otros seres vivos, la ausencia absoluta de compasión hacia unos pobres mamíferos herbívoros capaces de sentir miedo y dolor. Los defensores de la tauromaquia se ponen estupendos llenándose la boca de tradiciones y beneficios económicos, apelando incluso, cuando lo quieren intelectualizar, al Eros y al Tánatos, a las múltiples expresiones del arte, intentando colar el tocomocho de que las corridas de toros, y no digamos ya los encierros por el campo, son esencia destilada del arte.

Encabeza el cartel, fumándose un puro al modo más machirulo, Morante de la Puebla, propagandista de Vox, adalid de la defensa de la tauromaquia y modelo a seguir para la extrema derecha patria. Según Morante, Vox es un proyecto necesario “que surge de la cobardía del PP para defender las tradiciones”, en particular la fiesta de los toros, que según él sufre “una amenaza galopante de la globalidad, (…) de los ideales globales que pretenden acabar con la identidad de los pueblos”. Tradición, identidad y pueblo ¿les suena? Hace ya tiempo que el mundo taurino decidió ideologizarse, convirtiendo el debate, que hasta ese momento se había dividido entre personas sensibilizadas por los animales y defensores de la tradición, en una disputa política. Politizar los toros ideologizando la tauromaquia. Y ponerlo en manos de Vox. Como diría Torrente, un plan sin fisuras.

De esta forma, gracias a la ingenuidad del PP más volátil y al agropopulismo del PSOE más rural, Vox ha encontrado la horma de su zapato. Recuerden a Abascal vitoreado al salir de la plaza de toros de Guadalajara en plena campaña electoral en las elecciones de 2019, en las que aquí barrería a los populares. O la primera manifestación celebrada tras la primera ola de la pandemia, no en apoyo de sanitarios o cuerpos y fuerzas de seguridad sino en defensa de los “espectáculos taurinos”. Nada de lo que sorprenderse. Se llenará Brihuega de Cayetanos y Pocholos, de chalecos térmicos y pana de montería. Pero más dura será la caída. Es cuestión de tiempo que esta anomalía ética desaparezca, igual que lo hicieron los autos de fe, las decapitaciones, el esclavismo o la sumisión de la mujer. Porque, parafraseando a Machado, esa Alcarria de charanga y pandereta, encierro y cofradía, devota de Fandiño y de María, saciada de alcohol y de panceta, ha de tener su mármol y su día, su esquela, su adiós y su poeta.