El emblemático barrio de la Estación

En tiempos pretéritos de la ciudad de Guadalajara, a dos kilómetros de ella, existía una amplia llanura a orillas del río Henares, utilizada como cultivo de huertas. En esa llanura existía una senda denominada Camino Real de Aragón y se utilizaba por carretas tiradas por animales cuando procedían de Madrid y se trasladaban a la zona de Aragón y Cataluña, tras pasar por el centro urbano de Guadalajara.

En el año 1855 se fundó la Ley General de Ferrocarriles. Una de las líneas aprobadas fue la que unía Madrid con Zaragoza. Esa decisión afectaba directamente a la ciudad de Guadalajara ya que incluía la creación de una estación de ferrocarril en la ciudad arriacense. Tras un estudio geográfico diseñado por los técnicos de la compañía de ferrocarril, el lugar elegido fue una llanura a orillas del río Henares y situada a dos kilómetros del casco histórico de Guadalajara.

La estación de ferrocarril de Guadalajara fue inaugurada en la mañana del 2 de junio del año 1859 con la presencia del alcalde de Guadalajara, José María Medrano y el gobernador civil Pedro Celestino Arguelles, los cuales dieron la bienvenida a las autoridades civiles y militares que llegaban a Guadalajara procedentes de Madrid.

La llegada del ferrocarril a Guadalajara trajo consigo la implantación de la fábrica de automóviles Sociedad Anónima “La Hispano- Suiza”, cuya actividad comenzó en junio del año 1918 con más de cuatrocientos trabajadores bajo la dirección del ingeniero Francisco Aritio. El Ayuntamiento de Guadalajara acordó poner el nombre de la calle principal del barrio de la Estación a Francisco Aritio en el año 1919, por su labor en beneficio de la ciudad de Guadalajara.

Otra de las empresas que se instalaron  en el barrio de la Estación fueron las harineras El Amparo junto al puente Árabe y la Nueva Harinera unos metros más adelante. El Estado Español a través de la empresa “ Campsa” instaló en la calle Francisco Aritio unos voluminosos depósitos que albergaban combustibles para vehículos con el objetivo de distribuirlos en numerosas ciudades de España. Tuvo también mucha importancia la empresa “La Pizarrita”, situada junto a las vías del tren en la cual se fabricaban productos de cemento y amianto.

Ante el aumento de población de la barriada de la Estación, en 1926 se inauguraba de forma oficial la parroquia denominada como Sagrada Familia, la cual fue diseñada por el arquitecto municipal Joaquín María Fernández Cabellos. Tras su rehabilitación después de la Guerra Civil pasó a denominarse San Pablo.

Otras de las grandes reivindicaciones de antaño de los vecinos del barrio de la Estación era la apertura de un centro educativo para los más pequeños; ello llegó en el año 1931 con la creación del Centro Escolar “Isidro Almazán”, que en la actualidad sigue abierto con cursos de aprendizaje laboral.

La conexión entre la estación de ferrocarril y el centro de la ciudad de Guadalajara se realizaba en un principio con carros tirados por caballerías y posteriormente con las furgonetas descubiertas de la empresa de Patricio Muñoz, que unían la estación de ferrocarril con la plaza de Santa Clara. El trasiego de personas que provocaba la estación de ferrocarril hizo que se abriesen numerosos locales de hostelería como el Restaurante La Florida, el Pombo, la Perla, el segoviano y por último los Ricardos.

Uno de los problemas de comunicación entre el barrio de la Estación y el centro de Guadalajara fue resuelto de forma parcial cuando el Ayuntamiento de Guadalajara adjudicó a la empresa  “Rayet” la construcción de un nuevo puente para la circulación de personas y vehículos, paralelo al vetusto puente Árabe.

Curiosamente en la actualidad el barrio de la Estación ha pasado a formar parte del Libro de los Guinness ya que en su calle principal de Francisco Aritio con  más de dos kilómetros, alberga siete estaciones de servicio de repostaje de gasolina y gasoil para todo tipo de vehículos.