El héroe del héroe
No se entiende que el perro, Vito, sobre el que recaen las esperanzas de salvar vidas sea tratado como un objeto más de la mercancia de un medio de transporte y no con la importancia que se le debe como ser vivo que es.
Me sitúo ante el parque de bomberos de la ciudad, donde se respira la calma de una mañana de domingo. Observo ante mí los camiones que, ya revisados, están preparados para atender cualquier servicio. Dentro del parque se encuentran los seres vivos dispuestos a actuar en situaciones de emergencia. No me sorprende saber que uno de ellos, Vito, tiene cuatro patas.
David Hernández, guía de la Unidad de Rescate Canino, Unidad K9 me recibe. Imposible no reconocerle dada la atención mediática que ha recibido en las últimas semanas por su viaje a Turquía junto a su perro rescatador para ayudar en la catástrofe que allí ha ocurrido. Rápidamente le pregunto por Vito, el can que ha copado el protagonismo de los medios. También por Zhara, el otro miembro canino del equipo. Me dice que ha decidido pasar el domingo en casa, la misma de David, y allí se encuentra descansando. Pero Vito, pastor belga malinois con pastor alemán, sí que está. Nos acercamos charlando hacia su zona de descanso donde hallo un potente can que con mirada serena se alegra al ver a su guía. A su lado, Marvel, pastor belga malinois macho en formación, el relevo de una unidad canina alcarreña con tan solo dos años de edad oficial.
Los tres canes de la Unidad K9 son parte de una familia numerosa formada por siete miembros, dos de dos piernas y cinco de cuatro patas. David es uno de ellos.
David me habla de su viaje a Turquía, de cómo la tragedia y la muerte les recibieron a su llegada a la zona del terremoto. Y pienso en Alicia, la segunda integrante de dos piernas de la familia, que tuvo que ver marchar a dos de sus miembros preparados física y mentalmente para atender en la catástrofe, para salvar vidas, para dar esperanza a los familiares de los desaparecidos, para emitir un ladrido allá donde un corazón estuviera latiendo bajo los escombros. Y Vito ladró en dos ocasiones. Qué emocionante el momento en el que los vio regresar sabiendo que el trabajo que ella también ha realizado a su lado y en silencio en estos años había merecido la pena.
David introdujo a Zhara y Vito en el parque de bomberos cuando la unidad canina no existía, cuando sus ganas de unir un trabajo que es su pasión y los animales que ama le hacían creer que era posible mejorar tareas de búsqueda de personas vivas, rastreos, pérdidas o situaciones en las que las capacidades de los canes fueran tragedias con final feliz. Durante ocho años propuso a sus superiores y a los equipos de gobierno de la ciudad su proyecto, con seriedad, con un trabajo a sus espaldas que de manera voluntaria ya venía desarrollando para el beneficio de los guadalajareños. Y, con la fuerza que da el luchar por aquello en lo que crees, David, siempre apoyado por sus compañeros, encontró un equipo de gobierno que creyó que no solo eran posibles sino necesarios los servicios de Vito y Zhara. En marzo de hace ya dos años se creó la Unidad de Rescate Canina K9 con dos canes que hasta la fecha no han dejado indiferente a nadie, realizando un trabajo resultado de entrenamientos que los preparan para enfrentarse a determinadas acciones que el humano no es capaz de llevar a cabo. Sin olvidar que guía canino y perro rescatador son un binomio, que no puede entenderse el trabajo del uno sin el otro.
Escuchó a David hablar de Vito, del tiempo trascurrido y las intervenciones que han realizado juntos. Del dolor que sintió cuando años atrás Vito cayó desde nueve metros de altura en unas tareas de búsqueda. Su voz parece rasgarse mientras narra el momento en el que vio caído en el suelo a su compañero canino y sus miradas se cruzaron, y el impacto que le produjo ver a Vito levantarse con la pata colgando por la rotura del fémur para seguir con su labor. Sólo cuando lo cogió en brazos Vito entró en shock y se desvaneció. Un año después, recuperado, el futuro héroe volvía a formar parte del equipo de rescate voluntario que formaban.
Al lado de Vito se encuentra Marvel, de dos años, nuevo miembro canino de la Unidad K9. Ambos salen a saludarme. Vito, con la serenidad que sus nueve años le dan y la experiencia acumulada con el paso del tiempo. Siente que es admirado, pero no quiere quitar lugar ni espacio a Marvel, que con el nervio de su juventud se precipita saltando sobre nuestro héroe jugando a mordisquearle las orejas. Veo el presente y el futuro ante mis ojos, y visiono el pasado en Zhara, aún activa, pero que está dejando paso a una nueva generación porque en su sabiduría entiende que la fuerza de Vito y Marvel, que ella tuvo durante tantos años, es el potencial de este excelente equipo canino.
Hablamos de la jubilación futura de Vito, que cada año que pasa desarrolla mejor sus capacidades, “es más fuerte, más equilibrado, más tranquilo”, comenta David, “cada año que pasa es mejor en su trabajo”. Le pregunto dónde está el límite para Vito porque los riesgos a los que debe enfrentarse son múltiples y se producen casos donde los perros de rescate pierden su vida en operaciones de rescate y salvamento. David lo tiene claro “si yo no me puedo meter, el perro no se mete”, la zona debe estar asegurada y si no es segura y corre peligro, no existe la opción de poner en riesgo la vida de ningún compañero. En ese momento entiendo que Vito no es una herramienta de trabajo para el guía canino, Vito es un miembro más del equipo y su cuidado está por encima de cualquier interés.
La recién aprobada Ley de protección de los derechos y el bienestar de los animales excluye de su ámbito a los perros de trabajo, es decir, excluye a Zhara, Vito y Marvel, por considerar que las actividades que desarrollan deben estar sujetas a una normativa propia y ser regulados por ella. Una normativa que por más que he buscado no he dado con ella. Lo entiendo al hablar con Irina Sanz, jurista y divulgadora especializada en derecho animal: “lo que existen son algunas regulaciones internas de los distintos cuerpos que utilizan perros de trabajo. Pero a nivel estatal no tenemos ninguna normativa que regule el bienestar y la protección de estos animales, algo que deviene imprescindible”. Ahora más que nunca se hace necesario legislar estas actividades “con normativas cuya finalidad sea exclusivamente regular el uso, cuidados y protección de las unidades caninas o perros de rescate” que trabajan en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Ojalá todos los perros de trabajo, desprotegidos en el ámbito legal, tuvieran la protección de un guía canino como el que tiene la ciudad de Guadalajara.
Vito se ha acomodado a mi lado, se recuesta en mis rodillas y se sienta sobre mis pies. Es extraño sentir que estás compartiendo un instante de tu existencia con un héroe, aquel que hace unas semanas era la esperanza de tantas familias junto a otros compañeros caninos que viajaron a un país que les necesitaba. Viajó, a diferencia de la bodega en la que con regularidad lo hace, sentado al lado de David. No se entiende que el perro sobre el que recaen las esperanzas de salvar vidas sea tratado como un objeto más de la mercancía de un medio de transporte y no con la importancia que se le debe como ser vivo que es. Viajó para marcar la vida de las personas que se encontraban sepultadas, rodeadas de cadáveres y con el miedo atroz que da el saber que pueden no hallarte. Emitió dos ladridos. Salvó dos vidas. Y lo hizo junto a la persona que hoy parece invisibilizarse ante su presencia, de la mano que ha creado un referente en la ciudad en rescates y búsquedas activas con canes, David. Para Vito el éxito y la notoriedad del momento no importan, ni siquiera sabe qué está ocurriendo de extraordinario estos días donde los aplausos se suceden. Para Vito, el héroe canino, solo existe la mirada del que él considera el héroe de su vida, su guía canino.