El nunca lo haría
A pesar de la evolución en la sensibilidad animal en el estudio de Fundación Affinitiy la pérdida de interés es la segunda razón para deshacerse del animal, cuando en 2021 era la cuarta.
La Fundación Affinity ha publicado, un año más, el estudio de abandono y adopción de perros y gatos del año 2023. Y lo hace recordando una campaña que tuvo que realizar hace ya 36 años, y que da nombre al propio estudio desde su primera publicación, ‘Él nunca lo haría’. Indica que a pesar del tiempo transcurrido, y de que “el número de animales de compañía que en 2023 fueron recogidos por las protectoras se mantiene estable respecto al año anterior y por debajo de las cifras de antes de la pandemia”, “aún queda camino por recorrer”.
Creo que a gran parte de los que vivimos aquella campaña publicitaria, nos recorre un escalofrío al recordarla. La fotografía de aquel mastín que la protagonizó pasó de ser una imagen puntual sobre el abandono animal, con un mensaje claro de cuatro palabras, a convertirse, a petición de un espectador impactado y con mirada de denuncia, en un movimiento social.
El estudio ofrece un listado de motivos de abandono que parecen no variar a lo largo de los años que se lleva realizando. Pero, en esta ocasión, mis ojos se detienen en el segundo motivo principal de abandono, la falta de interés por el animal. Y llegan a mi memoria tantas excusas escuchadas durante años que solo convencen a aquel que las emite, y que a las personas que tenemos compromiso con los seres vivos que cuidamos, nos suenan a burla. Una de las que más se utilizan es la de crear un nuevo modelo de familia, perfecta para expulsar al miembro de cuatro patas, aquel que ha compartido -en el momento que le ha interesado, porque con toda probabilidad esa persona no sabía vivir sola- experiencias y vivencias. Evitar esa responsabilidad es tan solo el reflejo del tipo de persona que se es.
Pepa, gata común europea, acaba de cumplir 15 años, y la caracteriza una mirada plena de sabiduría. Cuando a mediados de esta semana dejó de comer, su familia se alertó y acudieron al veterinario. El diagnóstico fue claro, había comenzado a tener problemas renales. La dejaron en observación, con los cuidados necesarios para recuperarse. Su familia me trasmite que el equipo veterinario había mostrado su preocupación por el hecho de que decidieran no atender la enfermedad de Pepa por su avanzada edad. Quizás temiendo que, ante una dolencia que podía salvarse con tratamiento y cambio de alimentación, no se tratara. Su familia no ha tenido duda, Pepa es su tesoro y solo quieren lo mejor para ella, además de tener la obligación moral de cuidarla hasta el fin de sus días.
Hablo con mi veterinaria porque me inquieta que la vejez en los animales de compañía sea un motivo para plantearse su falta de atención. Me tranquilizan sus palabras: actualmente, el vínculo creado con el animal de compañía es mayor que años atrás, la mentalidad ha cambiado bastante y se busca mejorar la calidad de vida del animal, incluso ante enfermedades cognitivas. Ser viejo no constituye, en la mayoría de los casos, deshacerse del animal. Importante también la labor del veterinario, que ya no accede con tanta facilidad a poner la inyección letal ante peticiones deshumanizadas.
A pesar de esta evolución en la sensibilidad animal, en ese ranking del estudio, la pérdida de interés es la segunda razónpción para deshacerse del animal, cuando en 2021 era la cuarta. Tan solo invitar a la reflexión a aquellas personas que toman la decisión de incorporar un ser vivo de cuatro patas a su vida sin largas consideraciones y se lo quitan de encima cuando ya no les es de utilidad. En ese nuevo modelo de familia creado que excluye al animal que estorba: ¿cuánto piensas que vas a tardar en sobrar tú?, y en ese instante ¿cuánto tiempo estimas que pasará entre el momento en el que tu nuevo modelo de familia -ese que te ayudó a abandonarlo- considere que ya no eres útil y el momento en el que te deje atrás a ti?