El panteón de los Condes de Romanones

30/10/2022 - 12:33 Eduardo Díaz

Uno de los panteones más voluminosos del campo santo arriacense es el de los condes de Romanones que estuvieron muy ligados a Guadalajara y su provincia.

Por Eduardo Díaz

Este próximo 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, el cementerio de Guadalajara será el punto de encuentro para visitar y recordar a los familiares que nos dejaron. Uno de los panteones más voluminosos del campo santo arriacense es el de los condes de Romanones que estuvieron muy ligados a Guadalajara y su provincia.

Don Álvaro Figueroa y Torres, “Conde de Romanones”, era hijo de los marqueses de Villamejor y en el año 1888 fue elegido diputado a Cortés por la demarcación de Guadalajara, siendo también elegido diputado en las elecciones de los años 1931 y 1936 en la época de la II República.

En el año 1888 contrajo nupcias con Casilda Alonso Martínez y Martín, hija de Alonso Martínez que fue jurista y político, siendo ministro de Hacienda, Fomento y Justicia en varias ocasiones. De su matrimonio con Casilda tuvieron siete hijos, uno de ellos fue José de Figueroa y Alonso, fallecido en la Guerra de África en el año 1919. Había estudiado en la Academia de Ingenieros de Guadalajara obteniendo la graduación de teniente. En su honor el Ayuntamiento de Guadalajara le dedicó una calle en la capital al año siguiente de su fallecimiento sustituyendo a la antigua calle de Santa Clara.

El 16 de octubre de 1913 se inauguraba en la plaza de la Fábrica de Guadalajara el monumento al conde de Romanones, el conjunto escultórico fue pagado íntegramente por la asociación de profesores de Guadalajara en agradecimiento a su apoyo a los maestros a través del Decreto de 1901, en el cual sus salarios se incluían en los presupuestos del Estado Español. Tras ser retirada en 1931 con la llegada de la Segunda República, fue de nuevo instalada en 1954 en la plaza de Santo Domingo que es en donde se encuentra en la actualidad.

Álvaro de Figueroa falleció en Madrid el 13 de septiembre del año 1950, a los 87 años de edad. Tras ser expuesto en una capilla ardiente en su palacete de la calle Castellana, sus restos mortales fueron trasladados a Guadalajara siendo enterrado de manera provisional en el Panteón de los Marqueses de Villamejor.

Tres años más tarde, su viuda Casilda Alonso encargó a su hijo Eduardo Figueroa, que era arquitecto, la construcción de un panteón familiar en el patio de Nuestra Señora de la Antigua del campo santo de Guadalajara. El 13 de junio los restos funerarios del conde de Romanones eran trasladados a su nuevo panteón, junto a su hijo José de Figueroa. Su viuda Casilda Alonso falleció el 3 de abril del año 1959 ante el dolor de la sociedad de Guadalajara ya que fue muy generosa con las familias más humildes y cedió un terreno de su propiedad para la construcción de las viviendas sociales de la operación Alamín. 

El último enterramiento en el panteón de los Condes de Romanones se produjo el 13 de diciembre de 2017 en la persona de Alain Griffith, que estaba casada con Luis Figueroa, que tenía el título de II Conde de Romanones. Curiosamente a la nieta de don Álvaro de Figueroa se la conocía cariñosamente con el apodo de “La Espía Norteamericana”  ya que trabajó en la oficina de servicios estratégicos de Estados Unidos durante la segunda guerra mundial.