El pueblo abandonado que se convirtió en cuartel durante la Guerra Civil

20/11/2025 - 19:08 FCV

Entre los montes y pinares de la Sierra Norte de Guadalajara sobreviven los restos de Sacedoncillo, un pequeño núcleo que llegó muy debilitado a comienzos del siglo XX y que desapareció definitivamente en las décadas posteriores. Situado en un terreno escarpado y de difícil acceso, el pueblo estaba rodeado de campos de cultivo pobres y pastos comunales que apenas sostenían a sus habitantes, y su aislamiento le convirtió en vulnerable frente al éxodo rural y a los cambios impuestos por la guerra y las políticas forestales posteriores. Según ADEL Sierra Norte, Sacedoncillo estaba agregado al término municipal de Muriel desde mediados del siglo XIX, contaba con 22 viviendas y una iglesia románica, y estaba atravesado por el arroyo homónimo, con un pequeño barranco donde se encuentra la fuente de la Teta.

Antes del estallido de la Guerra Civil, Sacedoncillo ya experimentaba un deterioro demográfico sostenido. Según Herrera Casado, en sus artículos sobre pueblos abandonados, muchos núcleos de montaña “fueron incapaces de sostener población estable cuando las condiciones agrícolas o de comunicación se volvieron más exigentes”. La ubicación geográfica del pueblo —en un valle elevado, rodeado de laderas y lejos de carreteras principales— dificultaba el transporte de productos agrícolas y la conexión con pueblos mayores de la comarca. En su Diccionario enciclopédico de la provincia de Guadalajara, Serrano Belinchón sitúa este declive dentro de una dinámica económica frágil marcada por tierras poco productivas y aislamiento.

Con el estallido de la Guerra Civil, Sacedoncillo —ya semivacío— adquirió un nuevo papel. Su ubicación discreta y las edificaciones aún en pie permitieron que se utilizara como cuartel improvisado. Casas, corrales y edificios deteriorados se adaptaron a necesidades militares, y el aislamiento geográfico ayudó a mantener cierta discreción estratégica. Según ADEL Sierra Norte, los habitantes fueron evacuados a Tamajón y el pueblo usado como cuartel y campo de prácticas militares. Al finalizar el conflicto, buena parte de las construcciones estaba dañada o directamente arrasada, y el acceso difícil complicó cualquier intento de reconstrucción inmediata.

La desaparición final del pueblo se consolidó con políticas de repoblación forestal de mediados del siglo XX. Los terrenos fueron expropiados y absorbidos por proyectos de pinar impulsados por el ICONA. Según Herrera Casado, en sus artículos sobre pueblos abandonados, estos programas “sellaron” el abandono de numerosos núcleos rurales, convirtiendo antiguos espacios habitados en áreas de uso forestal, y su emplazamiento montañoso reforzó esta transformación.

Las investigaciones académicas recientes contextualizan este proceso con mayor profundidad. El arqueólogo Rafael Millán-Pascual, en su estudio Hacia una arqueología de la política forestal franquista, sostiene que estas repoblaciones masivas actuaron como mecanismos de reorganización territorial que “borraron” aldeas en declive para integrarlas en nuevos paisajes forestales. Aunque el estudio no se centra exclusivamente en Sacedoncillo, su análisis es altamente relevante para entender el tipo de transformación que experimentó la zona.

Hoy, el antiguo caserío permanece como un vestigio silencioso en un valle elevado, rodeado por pinares y laderas que protegen su memoria y su paisaje. Entre muros derruidos y sendas cubiertas de vegetación, se adivina la forma del pequeño pueblo que fue, un testigo de la interacción entre aislamiento geográfico, conflicto y transformación del territorio. En palabras de Herrera Casado, en sus artículos sobre pueblos abandonados, “los pueblos, los monumentos y las gentes están henchidos de la hermosura verdaderamente humana que ofrece lo tradicional”.


Fuentes