El trágico incendio de la Academia de Ingenieros de Guadalajara en el año 1924

06/12/2020 - 12:56 Eduardo Díaz

En el rincón de esta semana vamos a recordar la triste noche del 9 de febrero del año 1924 en la que se produjo el trágico incendio de la Academia de Ingenieros.

Una de las instalaciones que más prestigio dio a Guadalajara durante los siglos XIX y XX fue la Academia de Ingenieros Militares que se asentaba sobre el antiguo Palacio de los Marqueses de Montesclaros. Estaba ubicada en la Plaza de la Fábrica que con el paso del tiempo ha tomado los nombres de Conde de Romanones, Galaán y García- Hernández, Caídos en la Guerra Civil y actualmente de Plaza de España.

En el rincón de esta semana vamos a recordar la triste noche del 9 de febrero del año 1924 en la que se produjo el trágico incendio de la Academia de Ingenieros y que acabó con la casi totalidad del recinto militar. Sobre las once de la noche, el Sereno Municipal, Teodoro López, observaba como de la techumbre de la Academia de Ingenieros comenzaba a salir una gran cantidad de humo, mezclada con llamas de fuego y avisó inmediatamente a las autoridades militares que se encontraban en la propia Academia así como en el Cuartel de Aerostación, que estaba a muy pocos metros del lugar que comenzaba a incendiarse. Igualmente dio aviso al Ayuntamiento para que sonase la sirena del Reloj Municipal y de esa manera alertar a los bomberos municipales del incendio que comenzaba a propagarse a pasos agigantados.

El aviso de este funcionario municipal evitó que falleciesen las personas que se encontraban en el interior de la Academia, que rápidamente abandonaron el lugar y se sumaron a las labores de ayuda para intentar sofocar las llamas. Los bomberos de Guadalajara, ante la gravedad de la situación, solicitaron la ayuda de sus compañeros de Madrid, que llegaron a Guadalajara sobre las cuatro de la madrugada provistos de dos automóviles con depósitos de agua. Con su estimable labor evitaron que las llamas llegasen a la iglesia de los Remedios y al Hospital Benéfico, aunque anteriormente los niños de este recinto de beneficencia habían sido trasladados al Colegio de Huérfanos de la Guerra que se encontraba en el Palacio del Infantado.

 

Sobre las tres de la tarde del día siguiente, el incendio quedaba totalmente extinguido pero la imagen era desoladora ya que únicamente se pudieron salvar del incendio el Picadero de Caballos, el gabinete de Fortificación y algunos despachos de oficiales situados en la parte trasera del edificio. Pasto de las llamas del fuego fueron los más de 28.000 volúmenes de la biblioteca con ejemplares de un valor incalculable. Igualmente quedó destruido el Archivo en donde se hallaban las hojas de estudios de todos los Cadetes que habían pasado por la instalación militar. No fue posible tampoco salvar de las llamas el Salón del Trono, en donde figuraban los retratos artísticos de los que habían sido directores de la Academia y que habían sido realizados por los pintores más famosos de España.

Pocos días después del incendio, el Rey Alfonso XIII visitó la instalación militar destruida junto al alcalde de Guadalajara de aquella época, don Juan Gallo Ortiz, al cual le prometió la reconstrucción total del edificio militar, aunque lamentablemente esta promesa no se cumplió y años más tarde se demolió el edificio por completo.