Esquileos
Los ‘Llongueras’ ovinos, como dirían los cursis urbanitas, siguen trabajando en cuadrillas.
Las restricciones por el maldito coronavirus han llegado hasta las ovejas, una cabaña nacional de veinte millones de cabezas censadas por el Ministerio de Agricultura. Sin entender de estados de alarma, cuarentenas y desescaladas, muchas han tenido que aguantar luciendo voluminosos vellones con riesgos pasa su salud cutánea (sarna y otros parásitos) y sexual o reproductiva. Los esquiladores del terreno no daban abasto.
Los ‘Llongueras’ ovinos, como dirían los cursis urbanitas, siguen trabajando en cuadrillas. Pero más tecnificados y formados que aquellos que recorrían nuestros pueblos desde Fuentelsaz y Milmarcos hasta Maranchón, Villel o Alustante, con su particular jerga de migaña o mingaña para que los dueños no supieran sus pactos internos. Profesionales cualificados, saben sujetar la oveja y al mismo tiempo esquilar la lana correctamente porque es un subproducto, que se vende aunque ahora casi regalado, y el corte tiene que ser exacto.
El refuerzo de esquiladores procedentes de países del Este se ha quedado corto. Pero ni cortos ni perezosos los mayores ganaderos de Aragón, Extremadura y las dos Castillas han ido a buscar refuerzos hasta Uruguay. Tras permisos, controles y burocracias diplomáticas, un equipo de 253 viajaron hace una semana desde Montevideo a Barajas en un vuelo ‘charter’. Fue bajar del avión y directos a los tajos o baches.
Formados en acreditadas escuelas, estos trabajadores de la ovinocultura son también muy apreciados por su destreza en Chile, Argentina o Estados Unidos. Verlos es un espectáculo. Provistos de máscaras y con todas las medidas de seguridad y prevención antivirus cada uno es capaz de esquilar, con su peculiar técnica Tally Hi o de oveja suelta, 220 reses diarias, a razón de dos al minuto y al precio de 1-1,20 euros según los contratistas.
También en este mundo hay campeonatos en los que además de la rapidez se valora la calidad del corte y del acabado. En el XII Open Nacional de Esquileo celebrado el año pasado en Castuera (Badajoz) se impuso Manuel María Calvo, 26 años. Él solito se despachó 320 ovejas en un día.
El esquileo se cerraba en mi niñez rural con un fiestazo. Al oír estos días a gerifaltes de las administraciones hablando de recortes, impuestos o similares, me asalta el reproche del emperador Tiberio a sus recaudadores: “El buen pastor debe esquilar las ovejas, no despellejarlas”.