Estado de preocupación

20/03/2022 - 11:44 Marta Velasco

Avanza marzo hacia la primavera. Tendremos golondrinas, y si Ucrania cayera o llegase la paz, Putin se encerrará en su palacio de hielo a soñar con la siguiente guerra.

Estos días oscuros de marzo leo los periódicos con la luz encendida en la cocina, a la hora de desayunar. Luce la prensa una portada desgarrada, de guerra, los misiles de Putin incendiando las esquinas de Ucrania, una cruel muestra de hasta donde pueden llegar en su invasión. Los caminos de Europa están llenos de niños asustados y de madres valientes que huyen de las balas dejando el corazón en casa, con los padres, los hijos, los hermanos y abuelos. Hombres y algunas mujeres que combatirán por su familia, con un arma que no saben empuñar y por una patria que en pocos días ya se muestra en ruinas. Allí quedan sus casas arrasadas, sus recuerdos de familia, sus tesoros. Ucrania es una herida abierta en el corazón del planeta, todo el mundo se siente amenazado por esta invasión y por los males derivados de la guerra: la crisis, la pandemia, la pobreza energética, la tristísima situación de los que huyen de la muerte. 

Mientras tanto avanza un marzo apenas lluvioso hacia la primavera, que no parece posible, pero pronto llegará con sus cerezos florecidos. Tendremos golondrinas, y si Ucrania cayera o llegase la paz, Putin se encerrará en su palacio de hielo a soñar en la siguiente guerra, más dura, más destructora, más infernal.

Nunca creí en el infierno, ahora sé que existe para malvados como Putin, sus negras entrañas atascadas de caviar, y sí, hay personas tan absolutamente perversas que el infierno estaría justificado para ellas. Putin ha enviado por todo el mundo mensajes de terror y amenazas de muerte a los que todavía tenemos la suerte de tener paz y luz y desayuno en la cocina con el periódico o la radio. El diablo lanza su misil cerca de nuestro miedo y lo terrible es que no te puedes rendir, ni apearte del mundo ni marchar a una lejana isla a tumbarte en la playa.

Para mayor preocupación, la pandemia arreciando en China y la mediocridad de los dirigentes conspiran contra nosotros, los simples mortales. En el caso de España, las declaraciones cambian a diario, según la presión de los socios del gobierno. No hay más proyectos que muchos gastos innecesarios, millones a sindicatos, miles de millones a ministerios que serían prescindibles. No hay plan para salir de la crisis y de la pobreza, solo importa la permanencia en el poder de Sánchez, que está trabajando en un docudrama para la televisión, papel protagonista, será mejor actor que presidente.

Pero llegará la primavera, marzo está regando las violetas. Se cubrirá el campo de verde, crecerán las rojas amapolas, los jóvenes se enamorarán sin pensar en los misiles. Acabará la guerra, ojalá sea mediante una negociación, porque en esta contienda todos perderemos y no habrá paz ni vida posible para los derrotados. “Cuándo hay una guerra solo se puede hacer una cosa, ganarla” dijo Hemingway. Así que, vamos a ello por cualquier medio que no sea la destrucción,  y dejémonos de películas.