Vacaciones de primavera
Me impresiona la cantidad de jóvenes que estos últimos años se han apuntado a los Armaos y han corrido con el gasto de sus trajes. Resplandecían bajo el sol y aguantaban el peso y el paso.
Mientras unos celebran la primavera otros vamos hacia la Semana Santa y todos disfrutamos lo mismo de manera diferente. Hace años prefería la playa a las fúnebres procesiones, ahora casi me gusta más este ritual violeta que me traslada a la infancia, a las vacaciones y a los amigos. Sigüenza nos recibe con un tiempo caluroso, lleno hasta la bandera, algunos nos quedamos una semana y se nos hace corto este recreo primaveral. Todo se pasa, así lo aprendí de Santa Teresa: Nada te turbe, nada te espante, recitaba la de Ávila, y yo me estoy entrenando para ser feliz a través del estoicismo, como mi primo Santiago, aprovechando los buenos momentos.
Me reencuentro con la bellísima y serena catedral, con la plaza Mayor, con un cielo fulgurante, con la luna llena, con un montón de amigos, con Inés en Rayuela, con una pequeña procesión que discurre bajo el balcón de los Tizón donde llego invitada por Marisa, para contarnos los sucesos invernales. He advertido un gran renacer en la Semana Santa de Sigüenza, en las procesiones, en los ritos y en la cantidad de personas que nos visitan. Indago por ahí, donde está la información, entre los intelectuales y en los bares, y Pedro Ortego me dice que este renacimiento y esplendor de las Cofradías son mérito de José Antonio de la Concepción y de Felipe Carrasco. Para los tres mi agradecimiento como seguntina orgullosa. Además, hay otras personas, como PiKy Guijarro, entusiasta colaboradora. Y la disponibilidad del Ayuntamiento para todo lo que surja.
Me impresiona la cantidad de jóvenes que estos últimos años se han apuntado a los Armaos y han corrido con el gasto de sus trajes. Resplandecían bajo el sol y aguantaban el peso y el paso. Estupendos músicos en las bandas, una de la Diputación y otra, la de Sigüenza, excelentes ambas, buen trabajo de Ricardo Checa en la Escuela de Música seguntina. Y entre los pasos, los más pequeños vestían de penitentes, sin capuchón, alegres como un nutrido grupo de gorriones, guapos y contentos. La procesión del Encuentro en la mañana del sábado fue preciosa. Y también la del Santo Entierro, llamada del Silencio, con la previa dramatización del Descendimiento de la Cruz.
La vida es a veces un monótono pasar de estaciones. Yo ya puedo contar muchas Semanas Santas, pero siempre me sorprenden, son divinas.