Falsos otoños
La naturaleza es inteligente. Parece ser que, como a las personas, a las plantas también se les alteran los biorritmos y tienen que adaptarse mediante el deshoje para capear el estrés hídrico y sobrevivir al largo estío.
Algunos creen que se está adelantando el otoño porque desde mediados de agosto ven caerse las hojas. Los expertos sostienen más bien lo contrario. Aseguran que los otoños entran cada vez más tarde y que el cambio del color de las hojas se retrasa. Se trata, explican, de un sistema de defensa del árbol ante las altas temperaturas y la ausencia de humedad.
La naturaleza es inteligente. Parece ser que, como a las personas, a las plantas también se les alteran los biorritmos y tienen que adaptarse mediante el deshoje para capear el estrés hídrico y sobrevivir al largo estío. Limitan así su actividad vegetativa y la circulación de la savia, lo que permite adelantar las podas. Un mecanismo similar a nuestras siestas cuando nos entra la modorra y el pesado calor nos agota.
Los ingleses, que llevan días retirando toneladas de hojarasca de sus parques, jardines y bosques, lo han denominado “otoño falso”. Pero ven negro el futuro arbóreo si en años venideros las temperaturas superan los 40 Cº, como ocurrió en julio, el mes más seco desde que hay registros en buena parte del sureste de Inglaterra.
Los agricultores de nuestros pueblos han notado, quizá por el fenómeno de olas de calor atribuido al cambio climático, que muchos frutos están madurando antes de tiempo. Como las nueces, las almendras o las humildes moras salvajes, que antaño se recolectaban entrado septiembre.
Ya es tiempo de moras. En mi pueblo era costumbre madrugar o caída la tarde recorrer con el cesto en el antebrazo el tramo del camino de los huertos, bordeado por hermosos zarzales con agresivas espinas plagados de ricas moras. Entre arañazos y picaduras recogíamos este fruto tan goloso y apreciado, considerado hoy por los nutricionistas una bomba de antioxidantes y vitaminas.
El otoño político también aparece calenturiento, adelantado, con mucha inflación y otras amenazas apocalípticas acabas en -ón. Ojalá también sea falso.