Filosofía para la felicidad

21/12/2025 - 12:13 Marta Velasco

Hacer algo en la vida es tener un propósito a largo plazo y yo ahora lo tengo todo a la vista.

Ahora que he llegado a esta edad tan madura, encuentro a personas que, sin tener ninguna confianza conmigo, me preguntan a qué dedico mi vida y, si contesto que estoy en periodo de reflexión, me miran mal. Me resulta molesto, porque yo solo les he saludado con un indefinido “Hola, ¿qué tal?” sin esperar que me relaten sus aventuras. Ante esta pregunta indiscreta me da gana de sacar la guitarra y, con permiso de mi admirado Alberto Pérez, seguntino ilustre, distinguido y buen amigo, y cantar aquella preciosa balada: "Nos ocupamos del mar y tenemos repartida la tarea. Ella cuida de las olas, yo vigilo las mareas” … Pero contesto lo normal en jubiladas: pasear, ir a funerales, leer y escribir un poco, ver a mis amigos, tomar un vino blanco en una terraza, echarme la siesta, ir a un museo o al cine, escuchar música. O sea que hago despacio lo que antes hacía a todo correr.

Hacer algo en la vida es tener un propósito a largo plazo y yo ahora lo tengo todo a la vista, pero considerando que todavía estoy viva, estos encuestadores insisten en que me apunte a cursos o me dedique a la beneficencia. Tengo amigos que asisten a cursos universitarios, cursos de Humanidades o de Filosofía para la Felicidad; o al Centro Municipal para hacer Baile, Pilates o un Master en Memoria… Es una buena iniciativa, están dejando de lado la Filosofía en los planes de estudios, con lo importante que es. Y, además, aprendes, te reúnes con gente que antes no conocías y me vendría bien para espabilarme.

Pero tengo poca gana de tener obligaciones y horarios, los he tenido desde que llegué al parvulario de las francesas, luego la Universidad, el trabajo, las labores del hogar, la crianza y educación de mis hijos, la familia mayor, mi madre y varias tías, mi hermana… Sin contar que mi wasap está repleto de citas médicas que tendré que atender puntualmente los próximos meses. Me gustaría pasar un tiempo sin planes, sin horas fijas, dedicada a sentirme libre y tranquila.

“También cuidamos la tierra y también con el trabajo dividido, yo troncos, frutos y flores, ella riega lo escondido…Es cansado, por eso al llegar la noche ella descansa a mi lado. Y mi voz en su costado”.