Herbívoros
Mirando al cielo con miedo reverente, temerosos -como los galos de Astérix- de que el cielo caiga sobre nuestras cabezas, andamos estos días en media España.
Mirando al cielo con miedo reverente, temerosos -como los galos de Astérix- de que el cielo caiga sobre nuestras cabezas, andamos estos días en media España. Sobrecogidos aún por la catástrofe de Valencia e impactados por las lluvias de Málaga, más atentos que nunca a las predicciones del tiempo, basta que el día despunte gris para recelar de lo que puedan traer las nubes. Dicen que los humanos, por lo general, nos crecemos ante la adversidad, que en las situaciones más complicadas surgen los comportamientos ejemplares. Antes lo llamábamos entereza, que aludía a la fortaleza de ánimo; ahora se habla de resiliencia, apelando más a la capacidad de adaptación a las condiciones, por aciagas que estas sean.
No ha habido estos días pueblo en armas sino pueblo armado de escobones y cepillos de barrendero. Solidaridad a espuertas. Compasión en abundancia. Botas de agua y barro. Empatía a raudales. Gentes de todas partes dirigiéndose a Valencia para ayudar, para apoyar, para lo que haga falta. Y luego están los de siempre. Los que utilizan la desgracia para hacer daño, para intentar sacar tajada, para, una vez más, demostrar que cualquier ocasión es buena cuando de emponzoñar se trata.
Se acerca uno a las redes sociales para echar un vistazo y tiene que huir como del agua brava. Convertidas en torrentes de odio que arrasan con todo, lo importante allí es acusar a unos u otros en función del color de la camiseta, difundir bulos cuando dañan al rival y exonerar a los nuestros. Hundidos los pies en el barro, cara a cara sin poder moverse, nuestra clase política usa las escobas no para quitar el barro sino para atizarse con el palo, cual escena goyesca. Y poco importa, en un contexto internacional tan delicado como el actual, con tantas incógnitas abiertas, si su pelea afecta al futuro de España, de Europa o del mundo entero. Cuando más falta hace una clase política unida, más se alimenta lo contrario.
España vive momentos difíciles, Europa está en una encrucijada. Se necesitan unión para afrontar las desgracias propias y perspectiva para afrontar las amenazas exteriores. Y mezclar ambas cosas, usando las primeras sin tener en cuenta cómo afectan a las segundas, solo conduce, previsiblemente, al fracaso colectivo. Decía estos días Macron, el presidente francés, que “si somos herbívoros, los carnívoros nos devorarán”. Rodeados de carnívoros como estamos, mal futuro nos aguarda. Europa debe encontrar su propio camino que será, según todo apunta, separado del de Estados Unidos. Nuestra prioridad es defender los intereses comunes, dejando a un lado la mediocridad de la lucha partidista interna. Eso, o el cielo caerá sobre nuestras cabezas. Por Tutatis.