Hombres

22/02/2019 - 14:09 Marta Velasco

Hay que estar muy debilitado para denostar la palabra Hombre con la que se denomina al ser animado racional, una palabra bella y rotunda.

Leo en la prensa que el Gobierno de Aragón ha publicado un manual para que los funcionarios eviten la palabra “Hombre” en sus escritos oficiales con el propósito de no ofender a sectores feministas y asimilados. Alguien piensa cosas feas al oír esa terrible palabra, y prefieren decir “varón” o “gente”. Supongo que los funcionarios aragoneses, hombres y mujeres de bien, pasarán ampliamente de estas tontunas, dónde los niños de toda la vida son “criaturas”, como en una película de terror, y habrán acogido el librito con su habitual retranca.  Ellos suelen llamar “maños” a sus paisanos, pero ahora “maños” no es inclusivo para la sección femenina, es mejor que digan “personas mañas”. Los aragoneses, que saludaban con un cordial “Hola, maños” se han calado el cachirulo y han resoplado, pensando cómo no pecar administrativamente hablando.

No sé qué clase de autoridad de la lengua se dedica a aconsejar estas, perdonen ustedes, gilipolleces, porque hay que estar muy debilitado para denostar la palabra Hombre, con la que se denomina al ser animado racional, una palabra bella y rotunda que comprende a todo el género humano, un término hermoso donde caben las palabras Mujer, Padre, Madre, Hijo o Hija, y me gustaría saber en qué charco chapotean  y quiénes son estos  seres humanos  o quizá personal de asesoría o como quiera que se llamen hoy, de tan  retorcida mente. Porque, siendo yo mujer, estoy orgullosa de pertenecer a la especie genérica de los Hombres, reyes de la Creación, así se denominó al mismo Hijo de Dios y a sus criaturas, fueran hombres, mujeres o niños. Otra cosa es que haya hombres que no merezcan esa denominación, conviene distinguirlos y no poner a todos en el mismo cesto.

Mientras yo divagaba con las heridas palabras de nuestro idioma, nuestro doctor ha convocado elecciones para el 28 de abril y las redes arden con carteles coloraos y llamando fachas a propios y extraños. Malos tiempos para la lírica, estamos en campaña electoral y todos somos sospechosos, un tercio fachas y superfachas, otro tercio rojos, secesionistas y populistas… y el resto sumidos en la duda y en el aburrimiento. Pobre España, pobres españoles, creímos haber acabado en el 78 con esa lacra, pero unos políticos que piensan más en su bolsa y en su vida que en nuestro país, nos devolverán a aquel desasosiego.

  Aprovechando la coyuntura, y que nadie se ocupa de las calumnias que los independentistas esparcen sobre nuestra democracia con dinero público, los separatistas se han bajado a la calle y la han llenado de esteladas para internacionalizar el conflicto como antaño, para que Europa sepa lo que somos los españoles, bestias inmundas, según dijo Torra. Mientras Sánchez pregona sus hazañas como presidente y viajero tenaz, yo temo que la próxima vez que lo consiga, que lo conseguirá con los consabidos apoyos y con las mismas promesas, blindará su tesis doctoral y estará otra vez en el besamanos real de protagonista. Hombre, por favor ¡qué pesadez!