Hoy

28/11/2020 - 11:12 Marta Velasco

Hoy, nueve meses de pandemia y mi vida es otra; tomaré el sol en la terraza o daré una vuelta enmascarada por la calle y, al volver, trabajaré en casa.

Hoy no quiero ser agorera, hace un día buenísimo, soleado y frío, un pájaro trina alegre en mi terraza y he dado negativo en los análisis de antígenos, pero como no espabilemos y nos quitemos el virus de encima, iremos de mal en peor. Hay rumores galapagareños de que el estado de alarma puede durar dos años más y dice la radio que, mientras el maldito coronavirus nos tiene amordazados y prisioneros perimetralmente hablando, el mundo vegetal está amenazado por la plaga bacteriana Xylella Fastidiosa que, como su mismo nombre indica, resulta nefasta para el olivo y otros cultivos autóctonos. Ya solo nos falta la pepita o peste aviar, la fiebre porcina, las vacas locas, el dengue y, en el mar, el anisakis. El Universo pocho. El año pasado por estas fechas, estaríamos tomando un aperitivo con la familia mientras se hacía la paella, los echo de menos y, por la tarde, saldríamos con amigos al cine o a cenar. Hoy, nueve meses de pandemia y mi vida es otra: tomaré el sol en la terraza o daré una vuelta enmascarada por la calle y, al volver, trabajaré en casa, leeré o veré la serie de turno. Por cierto, ¡qué magnifica serie Gambito de Dama y qué inquietante y lujosa The Undoing!  Me divierto con The Crown, el espectáculo de los Windsor …Y sufro con la turca Mujer, llevan dos semanas anunciando su final y ya tengo prisa por ver el triunfo del amor, el castigo de la maldad y que termine este tormento.  Es bastante cutre, como el lío de los Pantoja, el pelo de Jorgejavier tuneado en azul para dar vistosidad al acto y unos colaboradores del nivel intelectual de la Nancy Catedrática. Un asunto turbio, no he conseguido enterarme de casi nada y me congratulo por ello, demasiada televisión este año 2020. Los españoles no nos merecemos ni esta televisión, ni un Gobierno que nos mienta, ya lo dijo Rubalcaba. 

Ayer vi salir del colegio a los niños, la esperanza del futuro, los que darán gloria a España. Iban con sus mascarillas, manteniendo la distancia, obedientes y disciplinados a pesar de tantos inconvenientes. Siento ternura, nosotros jugábamos en la calle tan ricamente todos revueltos, y también me preocupa su futuro:  se educarán con la ley Celaá como catecismo, pasarán de curso sin aprender ni una letra, ignorarán nuestras gestas, nuestra historia, nuestra literatura o, peor todavía, algunos no hablarán nuestro hermoso idioma, que será para entonces un recuerdo remoto como el latín, lengua antiquísima del tiempo del Papa de Roma. En cambio, nuestros descendientes no fallarán en Sexualidad Avanzada, Stories en Instagram y Memoria Democrática del Gobierno de los 23. 

Me consuelo pensando que he vivido hasta hace poco en libertad, he gozado y me he divertido mucho. Para el tiempo que queda, recuerden lo que escribió Vasili Grossman en Stalingrado: la belleza está en una gota de lluvia y solo por eso merece la pena resistir. O algo parecido. Mucho ánimo.