Incongruencias

25/09/2020 - 17:58 Jesús de Andrés

En tiempos tan aciagos como los que últimamente vivimos es normal que se cometan errores, pero, pese a ello, hay cosas que no se entienden, y pongo dos ejemplos.

Nadie está a salvo de hacer o decir cosas carentes de sentido. Conducirse con lógica no es más que eso: pensar y actuar de forma sensata, con sentido común. Pero a todos se nos puede nublar la vista, podemos cometer errores o confundir la realidad debido a nuestra falta de información, por construirla a base de inferencias o por cualquier otro sesgo de los muchos que amenazan nuestro entender. Cuando son las instituciones las que hacen cosas que contradicen sus principios o su actuación es la opuesta a lo que de ellas se espera, el problema es mayor porque se supone que no actúan por capricho sino que detrás de cada decisión hay una reflexión más o menos serena. En tiempos tan aciagos como los que últimamente vivimos es normal que se cometan errores por la velocidad a la que hay decidir, los dilemas que se enfrentan y la gravedad de los asuntos tratados, pero, pese a ello, hay cosas que no se entienden, y pongo dos ejemplos.

A finales de agosto, el gobierno de la Comunidad de Madrid, movido por la prudencia tras observar la evolución negativa de la pandemia, suspendió la feria taurina prevista en Alcalá de Henares. Un gobierno, el madrileño, que, desde posturas conservadoras, nunca ha ocultado su simpatía y apoyo al mundo taurino. El deber ser primó sobre cualquier otra consideración y, pese al empeño de los zorrocotrocos de siempre, no hubo toros en Alcalá. Desde entonces, la segunda ola del coronavirus ha cobrado mucha más fuerza, habiéndose adoptado medidas severas tanto en Madrid como en Castilla-La Mancha: suspendiendo actividades, cerrando parques, limitando las reuniones y los aforos, etc. He aquí, sin embargo, que a la vez que en Guadalajara capital se dictaban nuevas normas para controlar al virus, en Almoguera se celebraban dos corridas el pasado fin de semana, regadas de dinero público, con reparto gratuito de entradas y retransmitida en directo por la televisión autonómica, que solo sirve para fomentar la tauromaquia derrochando millones de euros -de todos- en tan educativa labor. La Junta, no sabemos si por miedo, por desidia o por incapacidad, no evitó el riesgo y autorizó el “festejo”, contradiciendo su discurso con su inacción.

En el Instituto de Cabanillas del Campo el único grupo de segundo de bachillerato en Ciencias Sociales está compuesto por 42 alumnos. De dos grupos que había el curso anterior se ha pasado a sólo uno. Como no hay manera de mantener la distancia, se saca a doce estudiantes del aula, que esperan a que acabe la clase; inadmisible situación que, por más que se pretenda acallar, saldrá a la luz. La defensa de la educación pública -como la del respeto a los animales o de los valores humanos- no se demuestra en los discursos, se demuestra con hechos. Y a ellos me remito.