Jarrones chinos

16/09/2023 - 19:11 Jesús de Andrés

Decía Cela, con el humor impío y socarrón que le caracterizaba, que no solo peca el que peca, sino que también peca el que no peca porque no puede.

Uno de los momentos más difíciles para quien ocupa un cargo público es el de dejarlo. No sé si por apego o por pura vanidad, el caso es que no son pocos los que no saben retirarse, dar un paso a un lado, dejar que los que vienen detrás afronten su momento y su responsabilidad sin tutelas, sin pretender imponer su ascendencia. Felipe González y José María Aznar son dos buenos ejemplos de ello, siempre marcando el paso a destiempo, saliendo a la palestra para amonestar, casi nunca para alabar lo bueno. Se asoma Felipe para tildar a Pedro Sánchez de victimista, para anunciar una vez más que no le gusta su proyecto y que se siente huérfano. De igual forma, Aznar, ignorando los intereses de su partido, se pone al volante y anuncia un acto, dos días antes de la votación para la investidura de Feijóo, contra la inexistente ley de amnistía, quitando protagonismo al candidato, dando por hecho que será derrotado.

Las respuestas en sus partidos, sin embargo, como viene sucediendo desde hace un tiempo, han sido muy distintas. Pedro Sánchez, con la legitimidad de haber ganado las primarias del PSOE de la forma en que lo hizo, hace oídos sordos, el mayor de los desprecios. A Feijóo, sin embargo, no le cabe ni eso, ya que los suyos no respetan ni su victoria en las elecciones del pasado mes de julio. Ayuso se pondrá al frente de la manifestación porque ese acto anunciado no será contra una ley inexistente, por más que se insista, sino parte del terremoto que el resultado electoral, y su consiguiente reajuste, ha provocado en sus filas y en las de su vecino del rellano derecho. Aznar, el mismo que concedió a Pujol todo lo que le pidió y más, incluida la cabeza de Vidal-Quadras, el mismo que hablaba catalán en la intimidad y, sin recato alguno, nombraba a ETA como el movimiento vasco de liberación, le organiza a Feijóo una nueva foto de Colón, pese a que de aquella foto sólo se salvó Abascal, y de qué manera, poniendo en evidencia su insignificancia.

Decía Cela, con el humor impío y socarrón que le caracterizaba, que no solo peca el que peca, sino que también peca el que no peca porque no puede. Con los favores a los independentistas pasa algo así. Hoy peca el que puede, Sánchez; y el otro, Feijóo, no lo hace porque no puede. De poder, ya veríamos. Fue Felipe González quien dijo en una ocasión que los expresidentes del Gobierno son como un jarrón chino en un pequeño piso: “Se supone que tienen valor y nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes”. Cuánta razón tenía.