
La antigua tasca 'La Cuba' en la calle Madrid
Antiguamente en la ciudad de Guadalajara existían numerosas tascas en diversos lugares de la ciudad. Eran muy conocidas la Casa Matías, la Palma, la Cestera, Amalio, Casa Claudio y Alamín, siendo estas dos últimas las únicas que siguen abiertas en la ciudad.
Las tascas eran lugares muy acogedores en donde se charlaba al calor de un chato de vino o una caña de cerveza y se comentaba el acontecer diario de la ciudad.
Años después de la Guerra Civil el matrimonio formado por Ángel Encinas y Encarnación Pérez abrían al público una pequeña tasca en el comienzo de la calle Madrid con el nombre de La Cuba. Este pequeño establecimiento se convirtió en el núcleo social del barrio de las Cacharrerías e igualmente era frecuentado por trabajadores de los talleres de la familia Plaza y Quiles, que se encontraban muy cercanos de la tasca.
A finales del mes de agosto de cada año, Ángel Encinas se encargaba de organizar la fiesta del barrio en los alrededores de las ruinas del antiguo Real Alcázar de Guadalajara. Para ello el propietario de la tasca “La Cuba”, preparaba en la calle una enorme barra provisional en la que, de manera altruista, se servía la tradicional limonada, acompañada de tapas de todo tipo de embutidos. Todo ello se amenizaba con la orquesta local “ Sibone”, formada por inolvidables músicos como Paco Delis, Jesús Serrano, Ignacio Valero y Elías Calleja.
Incluso el Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, en su primer Viaje a la Alcarria, narra la entrada a esta noble tasca; en concreto fue en la mañana del 6 de junio de 1946. El escritor comenta que entra a refrescarse en una taberna junto a un cuartel de soldados y con un hermoso nombre: “Lo Mejor de la Uva”, confundiéndose curiosamente don Camilo con el nombre real de la tasca. En su segundo Viaje a la Alcarria en el año 1986, don Camilo quiso volver a recordar a la tasca y departió unos vinos con Francisco Tomey, presidente de la Diputación en aquella época.
Cuando a Ángel y a Encarna les llegó la merecida jubilación, la tasca cambió de nombre y pasó a denominarse “Casa Félix”, en honor al nuevo propietario. En su nueva andadura, la tasca se convirtió en el paraíso de los estudiantes de la Escuela de Magisterio pues se había construido enfrente del establecimiento de hostelería.
Las especialidades de Casa Félix eran los bocadillos de tortilla, chorizo y anchoas, todo ello regado con los botellines de cerveza y los chatos de vino de la casa. En sus reducidas mesas, los estudiantes ocupaban sus ratos libres de estudio en organizar torneos de mus, siendo los perdedores los que pagaban las consumiciones. Igualmente los jóvenes estudiantes que aspiraban a ser maestros de escuelas, bautizaron al local con el nombre cariñoso de “El Guarro”, debido a que de vez en cuando en el interior de los bocadillos aparecían unas diminutas cucarachas que se generaban con los granos del café.
Una de las anécdotas más curiosas de Casa Félix se produjo en una tarde primaveral de 1981, cuando el cantante Javier Herrero, del grupo musical “Los Pecos”, apareció en el local para merendar junto a su amiga de Guadalajara, Magdalena Aguado, una joven y bella estudiante del instituto Brianda de Mendoza. Tal fue el revuelo que se organizó en el interior de la tasca, que el rubio cantante firmó autógrafos en los cuadernos de las jóvenes que se encontraban en el interior del local e igualmente regaló al propietario una fotografía suya dedicada, para que la colgarse en las paredes del local, junto al vitalicio cartel: “Bebe para olvidar, pero no te olvides de pagar”.
Con el paso del tiempo la totalidad del edificio en donde se encontraba la tasca de Casa Félix fue derruida y se construyó un moderno edificio, igualmente en donde antiguamente se encontraba la famosa tasca se abrió al público un moderna cafetería denominada Calle Madrid y que en la actualidad se encuentra cerrada al público.