La España vacilada
"Nos vacilan”, sentenciaba el martes un paisano entrado en años mientras desayunaba churros con chocolate Iturbe en un bar de la Sexma del Campo con los informativos televisivos de fondo.
Con la ristra de problemones y desasosiegos que hay en España (vivienda, inmigración, paro, sanidad, carestía de la vida…) y resulta que Palestina con su ‘Flotilla’, ‘huelgas’ insólitas y protestas callejeras, cribados de cáncer de mama en la pepera Andalucía, y el aborto llenan teles y radios con sus tertuliantes y una oposición, torpe y rancia, entrando al trapo.
Page ya tiene hecha la lista que exige Sanidad de especialistas que se oponen en centros públicos a la interrupción del embarazo: todos. En esta comunidad no se realiza ninguna. Y en otras comunidades, como Navarra, tampoco.
El problema, como casi siempre es Madrid y Ayuso, que encima se niega a incluir en la Constitución una práctica ya refrendada por el más alto Tribunal. Excelente cortina de humo y antídoto electoral a los machismos koldoabaloseros.
Un año después, la dana castellanomanchega también sigue coleando. Sin ventorrillos ni afortunadamente ahogados, pero con daños sin reparar en Villel de Mesa y el puente sobre el Piedra de Embid en la carretera que une el Señorío con Daroca y Zaragoza.
Los agricultores se sienten vacilados. Con tres cosechas del aromático aceite esencial de lavanda sin vender, el precio del trigo bajando por las importaciones, el de los alimentos desbocado, la rebaja y burocracia desmedida de la PAC, el envejecimiento, falta de relevo generacional…
Begoña, molinesa, me añade otro vacile: tras citas y recitas pasará un año hasta que le valoren en el hospital un TAC y una mamografía. “Y eso que Guadalajara no es Andalucía”, ironiza.
Los antiguos griegos denominaron hipócritas a los actores. Hoy se podrían incluir muchos mandamases con sus clubs de fans.