La Senda de los Gilipollas

11/10/2025 - 12:10 Antonio Yagüe

Cuenta mi amigo Miguel, senderista empedernido, que ha visitado en el norte de Alemania, cerca del Báltico, una ruta didáctica de personajes políticos internacionales con mala fama. Es conocida popularmente como “Senda de los Arschloch (gilipollas)”.

Se trata de un camino de kilómetro y medio en un bosque de la despoblada región de Mecklemburgo-Antepomerania. Ha sido  sembrado a los lados de esculturas en bronce con figuras de Donald Trump, George W. Bush, Erdogan, Lenin, Jrushchov… En breve se eregirá la de Putin.

  Ningún personaje del sur de Europa ha merecido los honores. De momento. “Seguro que los tienen. No los descartamos”, dijo la encargada advirtiéndole de que dictadores como Hitler, Stalin, Mussolini o Franco no tienen cabida porque son “malvados a otra escala”.

  El tema surgió conversando unos vinos postveraniegos en una “cumbre” de amigos. Uno comentó que en España habría tantos posibles que ni una senda tan grande como la Gran Vía madrileña o los jardines de la Moncloa serían capaces de albergar todas las estatuas. “Necesitaría cientos de kilómetros”, apostilló. 

“¡Qué mal gusto! ¿A quién puede molarle  encontrarse con personajes que detesta mientras da un plácido paseo por el bosque? No entiendo esta ocurrencia”, comentó otra colega remilgada.

  Una vallecana medio influencer cree que la peculiar atracción puede funcionar en parajes idóneos de ciudades ávidas de fama y promoción turística.

  Quizá cuadraría en la provincia, a modo de las estatuas mágicas de madera de Condemios de Arriba o de las Caras labradas en piedra de Buendía. 

  En Molina de Aragón la senda podría bautizarse con algo más propio: “de los mostros” o “los modorros”. Y aprovechar el tirón de contar, gracias a Page, con el castillo mejor iluminado de España, además del más grande desde antes de la Reconquista.

No estaría de más darle una vuelta.