La España viciada

13/04/2019 - 13:20 Antonio Yagüe

Los demógrafos aseguran que estamos viviendo una segunda oleada migratoria.

Literatos y listillos bien pagados de la que podríamos llamar generación de La España Vacía han encontrado, tras el brillante ensayo de Sergio del Molino, una mina en el descubrimiento de la despoblación rural y su complicada solución. Son hijos e incluso nietos del primer gran éxodo del campo, pero no llegan a la suela del zapato a los del 98, realmente preocupados por la encrucijada de España tras la pérdida de Cuba y Filipinas.

Casi 8.000 pequeños agricultores dejaron de serlo sin relevo el año pasado. A este paso, no quedará en el campo ni gente para irse. Los demógrafos aseguran que estamos viviendo una segunda oleada migratoria, quizá más dramática, desde capitales de comarca, como Molina o Daroca, y de 18 provincias, como Soria y Teruel. Guadalajara se salva por su cercanía a Madrid. El nuevo problema, según el INE, es que un tercio de millón de vecinos de estas capitalejas ha emigrado a la costa mediterránea y se agolpa en macrourbes como Madrid o Zaragoza. Además, sanitarios, docentes y hasta albañiles madrugan para venir a trabajar y vuelven zumbando hacia ellas en cuanto acaban su jornada. 

Los organizadores han calificado de éxito la manifestación en Madrid con miles de personas, la mayoría de la España vacía o vaciada. Ojalá sea verdad. Pero junto a las pancartas de cada pueblo, quejas, clamores y dulzainas figuraban los servidores de todos los partidos que se sirven de lo público. Quienes han estado medio siglo sin mover un dedo ante el abandono institucional, la precariedad de servicios y la falta de elementales infraestructuras sociales en el medio rural, no podían perderse la ocasión en busca del puñado de votos que puede decidir un diputado. Toca la chaqueta con la chapa ‘Soy de pueblo’.

Entre mítines y debates mediáticos hacen lo que solo saben hacer: anunciar iniciativas etéreas para “emprendedores” y dar subvenciones, en cristiano regalar el dinero de unos contribuyentes a quienes contribuyen menos o nada. Luego se utilizan para erigir paradores-fantasma, canchas de pádel(?) sin gente que juegue o farolas para alumbrar la soledad. ¿Para qué anunciar rebajas fiscales de IRPF a habitantes de zonas rurales si no pueden trabajar y vivir en ellas? Es la sempiterna España viciada y caciqueada a base de promesas y subvenciones limosneras.