La estupidez

28/09/2019 - 13:47 Jesús de Andrés

Las elecciones del 10 de noviembre se vislumbraban como un indeseado trámite. 

Se atribuye a Confucio la sentencia: si vas a iniciar un viaje de venganza, cava antes dos tumbas. La venganza no persigue la justicia sino devolver el mal causado, desquitarse, liberar el rencor acumulado. Las religiones y la literatura están llenas de ejemplos. Los dioses clásicos y también los monoteístas la han practicado con fruición, ahí están sus leyendas y sus libros sagrados. Hamlet debe vengar la muerte de su padre, rey de Dinamarca; Lisbeth Salander, la protagonista de la trilogía Millenium de Stieg Larsson, busca venganza por los abusos recibidos; el Conde de Montecristo madura en soledad cómo vengarse mientras injustamente cumple condena. También abundan los ejemplos en la vida real, ¡ay!, donde a veces la venganza adquiere carácter público, se exhibe delante de todos.

Las elecciones del 10 de noviembre se presagiaban como un indeseado trámite, a las que apenas se iba a presentar atención, con una campaña breve y poco intensa dado el hastío reinante. Sin embargo, de repente, la decisión de Íñigo Errejón de presentar candidaturas bajo la fórmula de Más País, envuelta en un formato de venganza clásica, ha despertado el interés de propios y extraños. No sólo por el enfrentamiento personal con Pablo Iglesias, que tiene un componente de duelo al sol en formato spaghetti western, sino porque desde el momento en que, de manera irracional, Iglesias decidió arrojar a Podemos por el precipicio de una nueva jornada electoral ya se ha consumado parte de la pena.

Carlo Maria Cipolla formuló su Teoría de la Estupidez en Allegro ma non troppo, donde advertía de que la probabilidad de que alguien sea estúpido es independiente de cualquier otra característica de esa persona y señalaba que se suele subestimar el número de individuos estúpidos y su potencial dañino. Según Cipolla, una persona inteligente busca su beneficio y el de los demás a la vez; un incauto (lo que vendría a ser un desgraciado) beneficia a los demás y se perjudica a sí mismo; un malvado perjudica a los demás y se beneficia a sí mismo; y un estúpido causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia por ello o, peor aún, suponiéndole un claro perjuicio. Por no personalizar en su líder, diremos que la estrategia de Podemos, que le condujo a no conseguir ninguno de sus objetivos hace unas semanas (los que tenía asegurados en el mes de julio), ni les ha beneficiado a ellos ni beneficia a nadie, en todo caso a sus enemigos, estén más o menos lejos. Su comportamiento ha sido estúpido en sentido literal, y ya sabemos qué es quien hace tonterías. La venganza es un plato que se sirve frío, pero hay quienes están empeñados en que se la sirvan caliente.