La Felipa
La librera regentó un negocio cuyos clientes fueron hombres hasta que la mujer, poco a poco, se fue incorporando a la universidad. Siempre hizo gala de alcarreña, reivindicó sus orígenes guadalajareños.
Acaba la Feria del Libro de Madrid, ese milagro que aúna resistencia y esperanza, que congrega en el parque del Retiro, durante tres fines de semana, a tanto amante de los libros. La inauguró la reina Letizia hace quince días, con visitas a numerosas casetas, algunas programadas, otras improvisadas, en su condición de amante de los libros que busca dejarse seducir por la palabra impresa. Vi en televisión cómo visitaba una caseta en concreto, la Librería Felipa, la que seguramente fuera la librería más conocida de la calle de los Libreros, en Madrid, especializada en libros universitarios. Me trajo al recuerdo, cual magdalena de Proust, mis tiempos de estudiante universitario, recién aterrizado en la capital, y la compra de algunos libros allí con algunos compañeros de la Facultad, una breve conversación con ella atando cabos a nuestra conexión alcarreña, la emoción de estar ante un personaje histórico, referente para tantas generaciones.
Felipa Polo Asenjo, “La Felipa” nació en Loranca de Tajuña en 1911, aunque estuvo sobre todo vinculada a Yélamos de Arriba. Fue una mujer emprendedora, con iniciativa para los negocios y gran capacidad comercial y gestora. Por circunstancias de la vida, tras fallecer sus padres y trasladarse a Madrid, a un colegio de huérfanos en la calle Fuencarral, acabó trabajando en la librería de doña Pepita, en Libreros 12, resaltando por encima del resto de empleados hasta el punto de que no tardó mucho en regentar su propio negocio. Ayudó también a otro de los hijos de doña Pepita, en Libreros 8, y en cuanto le fue posible montó su librería en Libreros 16.
Felipa fue una mujer emprendedora cuando no existían las mujeres emprendedoras, una mujer que no se quedó en el rol de mujer soltera, aquel cuyo destino era vestir santos y ser objeto de burlas y chascarrillos, merecedora de pena y lástima por parte de las señoras bien, las que seguían el modelo oficial de mujer casada, ama de casa y madre protectora. Ella regentó un negocio cuyos clientes fueron hombres hasta que la mujer, poco a poco, se fue incorporando a la universidad. Siempre hizo gala de alcarreña, reivindicó sus orígenes guadalajareños. La tristemente desaparecida Casa de Guadalajara le rindió homenaje tras su muerte. Uno de sus sobrinos nietos, Juan José Asenjo Hita, publicó un libro contando su vida, el mismo libro que le regaló a la reina Letizia: Historia de la Librería Felipa, que lleva 18 ediciones reivindicando la figura de una de nuestras más insignes paisanas. Hoy la librería de la Felipa ya no está en la calle Libreros, está en la calle Pilar de Zaragoza, número 37, en el barrio de La Guindalera. Sirvan estas líneas de testimonio, recuerdo y agradecimiento.