La llegada de la Comunidad Salesiana a Guadalajara
En el año 1929 la comunidad salesiana se instalaba en una finca denominada Las Encinas, en el término municipal de Mohernando.
Este paraje fue donado a la institución religiosa por la marquesa Dolores Elduayen y Martínez de Montenegro, viuda del marqués de Mochales. En el poblado, que tenía una iglesia y varios departamentos, comenzaron a impartirse clases educativas para los niños de los pueblos cercanos al lugar y la labor educativa estuvo activa hasta 1953, momento en el cual los profesores se trasladaron al nuevo centro de Guadalajara.
La Congregación Salesiana, en su llegada a Guadalajara en 1952, eligió para su ubicación unos terrenos alejados del centro de la ciudad en el llamado camino de la Virgen de la Soledad, que con el paso del tiempo pasó a llamarse calle Toledo. La llegada a Guadalajara del colegio de Salesianos suponía la creación del primer colegio religioso de enseñanza para niños y mayores, ya que en la ciudad existían los colegios religiosos de las Francesas, Adoratrices y Santa Ana, exclusivamente para niñas.
En sus inicios el colegio de los Salesianos contó con tres aulas que acogían a más de trescientos alumnos. Debido al éxito académico tuvieron que aumentar el espacio educativo ya que comenzaron a llegar en autobuses numerosos alumnos de diversos pueblos de la provincia. Otro de los logros de la comunidad educativa de los religiosos fue cuando en 1958 ampliaron su oferta de estudios con la implantación del bachillerato, aunque la reválida la tenían que superar en el instituto Brianda de Mendoza, en la calle Museo.
Otro de los grandes éxitos del colegio Salesiano fue su amplia actividad deportiva con campos de voleibol, balonmano y un amplio campo de fútbol, que pudo realizarse al permutar unos terrenos con el ayuntamiento de Guadalajara. En el año 1971 la Congregación Salesiana inauguraba la amplia iglesia del centro educativo, diseñada por el arquitecto José María Vega. La bendición del nuevo templo fue presidida por el Obispo de Sigüenza, don Laureano Castán Lacoma, acompañado de las autoridades políticas y militares. Con la aprobación del Plan Sur de la ciudad de Guadalajara por parte del Ayuntamiento, el colegio de Salesianos se vio rodeado de bloques de viviendas y la iglesia del colegio se convirtió en la parroquia del barrio llamado de la Amistad.
En el año 1980 la imagen de María Auxiliadora, que se encontraba de forma permanente en la iglesia de San Ginés, fue cedida por las autoridades eclesiásticas a la iglesia del colegio de los Salesianos, denominándose a partir de ese momento como parroquia de María Auxiliadora.
Otra de las actividades de la comunidad salesiana fue la creación del Club Juvenil Don Bosco, aportando a la ciudad de Guadalajara numerosas actividades como representaciones teatrales y musicales. Esta dedicación fue reconocida en el año 2017 con el Popular Nueva Alcarria en el apartado de Actividad Cultural y Divulgativa. Cuando recibieron el premio interpretaron de forma magistral en el escenario del Teatro Buero Vallejo, un fragmento de la obra “Los Miserables”.
Como anécdota curiosa, fue en el año 1987 cuando la Dirección del centro educativo decidió la incorporación al mismo de las primeras alumnas. El Ayuntamiento de Guadalajara, con motivo del 50 aniversario de la llegada de la Comunidad Salesiana a la ciudad, decidió poner el nombre de San Juan Bosco al parque situado junto a la antigua Prisión Provincial, colocando en el centro un busto del fundador de la Comunidad Salesiana, obra del escultor catalán Luis Sanguino. Esta tarde, coincidiendo con la festividad de María Auxiliadora, se celebrará a las ocho de la tarde una eucaristía en el patio del colegio y posteriormente la tradicional procesión por las calles del barrio.