La Maternal: ¿Continuidad o estancamiento?

Hace unas semanas escribía de As Bestas (que feo esto de hacer una crítica hablando de otra crítica de uno mismo, ¿no?), la aclamada obra de Sorogoyen. Y ya en aquella percibí cierta repitición de elementos comunes a la obra de su director que hacían perder frescura a la película. Resulta curioso que ahora sea esa misma sensación la que me invada al paladear La Maternal.  

Me reconozco fan del primer largometraje de Pilar Palomero, Las Niñas. No es que fuese una obra redonda, pero si resultaba atractiva, magnética y, sobre todo, nos enseñana unos años 90 mucho más casposos de lo que nos gusta recordar. Esa revisitación de la infancia unida al carisma de sus jóvenes protagonistas, ofrecían una historia atractvia que, sin embargo, pegaba un bandazo en su último tercio para centrarse más en la relación madre e hija. 

En ese sentido, La Maternal transita por los mismo caminos. Una joven de 14 años bastante desatendida por su joven madre soltera, termina embarazada. Desde servicios sociales deciden ingresarla en un recurso público en el que comparte hogar con técnicos y otras jóvenes que están en su misma situación. 

La historia, básicamente, se resume así. Lo interesante de La Maternal no es la trama, quizás su punto más flojo, si no los testimonios que recoge y el estilo de Palomero con la cámara, minimalista, casi publicitario por la intensidad emocional y la belleza de algnos de sus planos. 

Palomero sugiere más que cuenta, pero vuelve a caer en el mismo ¿vicio/error/costumbre? que en Las Niñas, olvidarse de todo a la hora de cerrar la película y centrarse en una madre y su hija. Cuesta entender o creer la evolución del personaje central, si es que la ha habido, pero quedan en la memoria esos detalles que nos hacen ver la infancia adolescencia desde otro punto de vista, un tema que, por cierto, parece atraer también a la directora. Habrá que seguir sus futuros trabajos para ver si es obsesión, reflexión o simple estancamiento. Yo apuesto por lo primero.