La quinta columna
No me sorprenden los apoyos que el gobierno ruso tiene entre nosotros. Los Bizum llegan desde Moscú puntualmente, la extrema izquierda y la extrema derecha, desde Podemos a Vox, tanto monta, elogian la firmeza de Putin, su nacionalismo firme, sus esencias populistas o su apego tradicionalista.
Se atribuye al general Mola, uno de los líderes del golpe de Estado que, en julio del 36, provocó la guerra civil, la expresión “quinta columna”. Explicaba Mola en una intervención radiofónica cómo avanzaban las tropas sublevadas hacia Madrid en cuatro grandes columnas: desde Toledo, la carretera de Extremadura, Guadarrama y Sigüenza. Pero, añadió, había una quinta columna: la de aquellos simpatizantes con la sedición que no habían huido, que seguían en la capital y trabajaban por los objetivos de los rebeldes. Desde entonces, en todas las guerras se denomina así a la población que, independientemente de sus motivos, apoya al enemigo y colabora con él.
Hoy Europa, las democracias occidentales, los sistemas liberales, tienen diferentes enemigos declarados: sistemas iliberales, dictaduras que defienden causas religiosas integristas, comunitarismos de corte autoritario o intereses de distintas élites despóticas. Rusia destaca entre todos ellos. La invasión de Ucrania, iniciada hace diez años pero intensificada en 2022, es una agresión a nuestros valores y al derecho internacional. La resolución de los problemas, si los hubiera, no puede llevarse al campo de batalla. Las democracias no se enfrentan en guerras entre ellas. Siempre que hay una guerra, al menos uno de los dos contendientes es una dictadura. Y Rusia lo es. El provocador asesinato de Alexéi Navalni, orden directa de Putin, quien no se ha molestado ni en comentarlo, es una prueba más de su despotismo. O el asesinato, en España, del piloto ruso fugado a Ucrania a los mandos de su helicóptero de combate. Poco le importa a los servicios secretos rusos la imagen de su país, al contrario. Se trata de extender el miedo entre propios y ajenos.
No me sorprenden los apoyos que el gobierno ruso tiene entre nosotros. Los Bizum llegan desde Moscú puntualmente, la extrema izquierda y la extrema derecha, desde Podemos a Vox, tanto monta, elogian la firmeza de Putin, su nacionalismo firme, sus esencias populistas o su apego tradicionalista. Hay muchos coroneles Baños, muchos periodistas ideologizados, muchos políticos de medio pelo que ejercen de quintacolumnistas, que apuestan por la victoria rusa en esta guerra y que, pese a que todo indica que Rusia está desfondada en el campo de batalla y su realidad militar no tiene nada que ver con la que nos habían vendido, insisten en que no hay más camino que dar a Putin lo que pide ya que la victoria es suya. Occidente debe apoyar a Ucrania. Su derrota sería la derrota de todos; la victoria de Rusia sería la victoria del mal. Es cuestión de tiempo que caigan Putin y su régimen, por el bien de todos. De la presión de nuestras opiniones públicas depende la posición de nuestros gobernantes. Fuerza Ucrania.