Leonor de Borbón

04/11/2023 - 13:03 Jesús de Andrés

Tendrá Leonor, como lo está teniendo hoy su padre, Felipe VI, un gran reto: ganarse a pulso el puesto demostrando la utilidad de una institución alejada por definición de las reglas de elección democrática y hacerlo de forma íntegra y conciliadora.

Jura la Constitución de 1978 quien está llamada a ser un día reina de España, Leonor de Borbón. Lo hace ante las Cortes Generales, en reunión conjunta del Congreso de los Diputados y del Senado. Sólo de ahí, de las Cortes y de la Constitución derivará su legitimidad, una legitimidad racional, legal y democrática. Su abuelo llegó a conjugar, hasta que echó todo a perder, los tipos de legitimidad formulados por Max Weber hace más de un siglo: a su legitimidad democrática, obtenida en la aprobación del referéndum de diciembre de 1978, sumó su legitimidad tradicional, heredera de la historia, y la carismática, ganada a pulso un 23 de febrero. Décadas conquistando a pulso su prestigio y autoridad para acabar tirando todo por la borda del Bribón, obligando a su hijo a tomar el timón partiendo desde cero, teniendo que ganarse el aprecio y la simpatía, pese a que no corren buenos tiempos para ello, desde el inicio de su reinado. 

No han sido los Borbones, desde su llegada a España en el siglo XVIII como sustitutos de los Austrias, una dinastía con suerte. Buena parte de ellos acabó en el exilio. Carlos IV y su hijo Fernando VII salieron de España para humillarse ante Napoleón. Regresó el segundo sin permitir que lo hiciera su padre. A la muerte de Fernando, la reina madre María Cristina fue obligada a exiliarse en 1840, como lo haría su hija Isabel II en 1868, Alfonso XIII en 1931 o Juan Carlos I en 2020, tras haber abdicado unos años antes, en 2014. 

Tendrá Leonor, como lo está teniendo hoy su padre, Felipe VI, un gran reto: ganarse a pulso el puesto demostrando la utilidad de una institución alejada por definición de las reglas de elección democrática y hacerlo de forma íntegra, conciliadora, unificando la enorme diversidad que caracteriza a nuestro país. La llegada de Felipe VI salvó, probablemente, a la propia institución, su prestigio y aceptación. Leonor ha recibido una educación republicana en el mejor sentido del término: imbuida en la defensa de los principios liberales y abanderada de una virtud cívica que fomenta la cultura democrática y la igualdad ciudadana. A ello, más que a la rancia tradición, deberá asirse para salvaguardar la institución, la única que hoy en día es capaz de asegurar la convivencia, la moderación y el sentido común entre los españoles. 

No asisten a la jura algunos ministros y buena parte de los parlamentarios que apoyarán al futuro gobierno. Política adolescente de gestos gamberros y mala educación bien valorada por sus adeptos. Narcisismo moral de quien no tiene reparos para cobrar su sueldo, pero pone reparos a cumplir sus obligaciones.