Lo de la banca
"Qué tiempos aquellos donde podías saltar de sucursal en sucursal en la misma localidad y de colorinchi en colorinchi para negociar el mejor préstamo".
Érase una vez el año 2007, una época en España donde los perros se ataban con longaniza y la construcción era el motor de la economía. El paro brillaba por su ausencia y todo el mundo hablaba del milagro español. Sonaba de fondo música clásica y los parques de nuestra ciudad eran más verdes. Podías andar por la Calle Mayor de Guadalajara y observabas una variedad de cajas de ahorros y bancos que llenaban de vida los locales del casco histórico de la ciudad. La oferta era tremenda. Casi cada provincia tenía una entidad de ahorro, que a la lumbre del fuego político de cada zona, tenía su influencia en el ladrillo y en la vida social del entorno. Una época donde creíamos que los Lehman Brothers eran los hermanos feos del Super Mario y veíamos la crisis de Estados Unidos tan lejana como irreal. Cualquier tiempo pasado siempre fue peor/mejor (táchese lo que corresponda) y por suerte o por desgracia (elimínese lo que no se quiera) los tiempos han cambiado.
Desde la última crisis financiera, ha existido un procedimiento de concentración bancaria que ha generado una mayor estabilidad y solvencia en el sistema a costa de una menor oferta para el consumidor final. Cierto es que en mitad del océano, lo primero es el barco y lo último los marineros, pero el escenario nacional (Españita) empieza a ser secundario con el escenario europeo o global. Los principales actores (Banco Santander, BBVA y Caixabank) son fruto de la consolidación de otras entidades (en particular Banesto y Banco Popular, Argentaria y Bankia respectivamente), las cuales a su vez han aglutinado una vorágine de centros financieros. A mayor volumen, más sinergias pero también menos oficinas y personal.
Con la excusa y a mitad de camino, la atención al público son dos exiguas horas al inicio de la mañana mientras que los pueblos tienen un cajero o una cash-truck semanal. La banca nunca pierde, pero el usuario final se ha visto parcialmente perjudicado por la deriva de nuestra banca. Actualmente, el Banco Santander es el mayor banco nacional por capitalización por 56 mil millones de euros seguido de cerca por BBVA (44 mil millones) y Caixabank (cerca de 29 mil millones) seguidos de Sabadell, Bankinter y Unicaja a mucha distancia.
Qué tiempos aquellos donde podías saltar de sucursal en sucursal en la misma localidad y de colorinchi en colorinchi para negociar el mejor préstamo o el mejor depósito, mientras que ahora el número de opciones “físicas y tangibles” son mucho más reducidas. Recordad que la Caja Guadalajara se metió en Cajasol, la cual se metió en el Sistema Institucional de Protección de Activos de manera conjunta con Caja Navarra, Caja de Burgos y Caja Canarias que previamente se habían constituido como Banca Cívica y, tras salir a bolsa, un 3 de agosto de 2012, fue integrado en la actual Caixabank dejando en el aire (ejem) el compromiso de creación de la Fundación Caja de Guadalajara, ya que nunca la original caja provincial se transformó en una fundación de carácter especial. De ahí que la mayoría de ahorros de la provincia descansen en la Caixa.
La otra pata es Ibercaja, pero esto es motivo de otro artículo. Tras unas semanas de negociaciones, BBVA (2º en el ranking) ha lanzado una opa hostil al Sabadell (4º en el escalafón), por lo que se somete a la valoración y aceptación de los accionistas de esta última si se diluye en un canje de acciones para ser parte de la primera. Esto no deja de ser una nueva tuerca sobre la unificación del mercado y la relevancia de la gran banca internacional que obliga a grandes jugadores en el mercado.
Al final, al sector bancario le va a pasar como a la liga española de fútbol o a los hijos de Paquirri, que hay mucha diferencia entre los dos primeros y el resto. En resumen, si “cae” o se transforma el Sabadell, no queda mucho para que Bankinter, Unicaja o la propia Ibercaja terminen amontonándose en los líderes del mercado. Al final les quedarán los fintech, neo-bancos o bancas digitales que también tienen ficha bancaria pero que no tienen ventanilla. Al abuelillo del pueblo le fastidiará porque perderá opciones pero al millenial le hará abrir una nueva pestaña de Google Chrome. Odio la banca (y el fútbol) moderno.