Los antiguos refugios que tuvo Guadalajara durante la Guerra Civil
El 2 de septiembre del año 1936 se publicó un Bando Municipal firmado por el alcalde de Guadalajara, Antonio Cañadas Ortego, para que los vecinos de la ciudad declarasen de forma obligatoria los sótanos de sus viviendas, para poder ser utilizados en caso de necesidad por la población civil.
Por Eduardo Díaz
En la actualidad son muchos los lugares del mundo que se encuentran con conflictos bélicos; la guerra entre Rusia y Ucrania va camino de dos años y recientemente se ha recrudecido el conflicto entre Israel y Hamás, en territorio de Gaza.
En las imágenes que observamos a través de los servicios informativos, vemos cómo la población civil se refugia de los ataques aéreos en numerosos sótanos e incluso realizan su vida diaria en el interior de ellos.
Durante la triste Guerra Civil que comenzó en el año 1936 y finalizó el 1 de abril de 1939, la ciudad de Guadalajara contó con numerosos refugios tanto en viviendas particulares como igualmente en lugares públicos.
En plena contienda militar, el 2 de septiembre del año 1936 se publicó un Bando Municipal firmado por el alcalde de Guadalajara de aquella época, Antonio Cañadas Ortego, para que los vecinos de la ciudad declarasen de forma obligatoria los sótanos de sus viviendas, para poder ser utilizados en caso de necesidad por la población civil.
En el mapa de refugios de la ciudad de Guadalajara, que se conserva en la actualidad en el Archivo Municipal, figuran detalladamente un total de 83 refugios tanto públicos como privados. La mayoría de los refugios que existieron en la ciudad arriacense durante la contienda militar estaban señalizados en su entrada con el nombre de Refugio y debajo de la palabra existía una flecha que indicaba la entrada al túnel de protección.
El mayor refugio que existía en Guadalajara, y que todavía permanece vigente, era el situado en el subsuelo del parque de la Concordia; todas sus entradas eran por la calle de José María Jaudenes, hoy llamada la Carrera, teniendo una capacidad para más de trescientas personas. En la actualidad en el muro de contención del parque de la Concordia, en la calle de la Carrera, se puede observar una de las puertas de entrada al antiguo refugio, que se encuentra tapiada con materiales de almena como el resto del muro.
Otro de los refugios estratégicos de Guadalajara era el de la Escuela de Magisterio Primaria en la calle de San Juan de Dios. Fue construido por el arquitecto Aurelio Botella con recursos económicos del Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad. Su finalidad era que los alumnos no interrumpiesen su curso escolar y lo desarrollasen en el interior del refugio a través de lámparas eléctricas y ventilación forzada.
Otro refugio de vital importancia era el de la plaza de Santo Domingo, teniendo su entrada y salida a través del paseo del doctor Fernández Iparraguirre y por la calle de la Mina. Curiosamente en el subsuelo de la calle la Mina ya existía, anteriormente al conflicto bélico, una mina por la que discurrían las aguas subterráneas, las cuales continuaban por la zona norte de la ciudad hasta desembocar en el Río Henares.
De forma muy curiosa, el refugio de la vivienda de la calle del cronista Alfonso López de Haro número 3, fue utilizado durante la década de los años 70 y 80 del siglo XX, como lugar de ocio para la juventud. En un principio tuvo el nombre de Pub Abaco y posteriormente discoteca Pi. En el interior de este antiguo refugio, siendo ya discoteca, se celebró un histórico concierto del grupo musical Los Secretos que estuvieron acompañados por la acordeonista Begoña Larrañaga, actual componente de la Ronda Navideña del Alamín.
La mayoría de los refugios construidos en Guadalajara durante la contienda se componían de ladrillos y cemento armado, usándose picos y palas para dar forma de bóvedas al interior del sótano subterráneo.