Los enemigos del comercio

17/12/2021 - 19:48 Jesús de Andrés

Page, que no quiere más comparación con Ayuso. ha decidido no imponer nuevas prohibiciones en un guiño dirigido sobre todo al sector hostelero, clientes incluidos.

El presidente Page ha adelantado que estas navidades no habrá más restricciones ligadas a la covid-19 que las de la mascarilla y la distancia social. Pese a que Ciudad Real, un día después de su anuncio, se ha visto afectada de lleno por la sexta ola, con 128 positivos en apenas 24 horas, nada cambiará: se aprendió la lección de la pasada primavera cuando en la cuarta ola, con las vacunaciones viento en popa, se extendió el cabreo por el cerrojazo impuesto, máxime al comparar con Madrid. Entonces se podía viajar a Toledo pero no a Alcalá de Henares, la hostelería fue obligada a parar mientras los bares madrileños estaban llenos y los centros comerciales fueron cerrados mientras los de la comunidad vecina hacían el agosto. Hasta para los museos se decretó el cierre. Ayuso ganó la partida y demostró que sentido común no le faltaba: sus cifras no fueron peores que las de otras comunidades autónomas. Las críticas, las propias y las ajenas, se extendieron, y con razón. Curado en salud, Page, que no quiere más comparación con Ayuso, que ve flaquear su suelo electoral como consecuencia del hartazgo, que pudo comprobar el desgaste entre los suyos, ha decidido no imponer nuevas prohibiciones en un guiño dirigido sobre todo al sector hostelero, clientes incluidos.

Aunque hoy en día vivimos en una sociedad de consumo a la que nos hemos acostumbrado rápidamente, esta estuvo precedida por dos milenios en los que los modelos sociales hostiles al comercio fueron mayoritarios. No olvidemos el simbolismo de Cristo echando a los mercaderes o que el comunismo ha acaparado el debate político durante el último siglo y medio. El cristianismo pretendió igualar ensalzando el valor de la pobreza; el comunismo prometió un paraíso terrenal a cambio de acabar con el intercambio económico. El cielo y el radiante porvenir de la humanidad, tanto monta. Antonio Escohotado, recientemente fallecido, analizó con profundidad el rechazo a la actividad comercial en su trilogía Los enemigos del comercio. Los mercados son complejos, requieren normas muy elaboradas, favorecen el individualismo y tienen como requisitos la propiedad privada y la libertad. Frente a ello, los defensores de los privilegios, los gremios, la cercanía a quien provee -llámese Dios o Estado-, las sociedades inmóviles y controladas.

Aquí se pretende defender al comercio imponiendo cierres o regulando horarios que acaban llevándose los comercios y los consumidores a otra parte -no hay más que ver lo que pasó con El Corte Inglés- y generando paro. La pandemia no puede servir de excusa para ejercer más control sobre el comercio porque ello conducirá a su desaparición. Aunque sea por motivos electorales y de forma condescendiente, bien está que esta vez no se imponga la intervención a la libertad de comerciantes y clientes.