Los Fabelman: La infancia en 16 mm
¿Hasta que punto necesitaba Spielberg explicarse? ¿Qué hay en la infancia de Steven Spielberg que pueda atraparnos más allá del hecho de que es La Infancia de Spielberg? Quizás eso sea suficiente, porque hablamos de un director que cambió el cine y que ya es objeto de estudio. Hablamos de un creador al que los investigadores le buscarán las vueltas durante años y años para tratar de encontrar el secreto de su genialidad. ¿Y acaso no estaba todo -o casi todo- en la infancia?
Los Fabelman no es la verdad absoluta, es la mirada del Spielberg de ahora sobre el niño que fue y como tal es una mirada parcial, más condescendiente con unos que con otros. Puede que ese también sea el objetivo de su película, hacer las paces con su pasado, con su presente e incluso consigo mismo... Por aquellos pecados de los que no tenemos consciencia o que a lo mejor no existieron más que en la mente.
No, Los Fabelman no es una película para el gran público. Su castañazo en la taquilla americana es más que comprensible. ¿Y es una película para amantes del cine? Puede que tampoco. ¿Sobre el arte? A ratos. ¿Entonces para quién es esta película? Para el propio Spielberg y sus estudiosos, así de fácil.
Sammy es un joven judío (y la religión es importante) que vive fascinado por el mundo del cine. Tanto, que mientras mira la cámara olvida y el mundo, porque para el sólo existe una forma de ver cuanto le rodea: proyectado en una pantalla. Le acompañamos durante su infancia y adolescencia, hasta que empieza la historia que posiblemente queríamos ver de verdad, la de sus primeros pasos en la industria.
El joven Spielberg intenta hacer las paces con un escabroso episodio de su infancia, el divorcio de sus padres, realmente... perturbador. Eso y las dos figuras paternas podrían ser los ejes sobre los que gira la película, determinando también la forma en que él mismo afrontará la vida, porque se habla mucho de la artística figura materna, pero resulta brutalísima la fuerte presencia del padre, auténtico personaje trágico con el que duele empatizar.
Puede que los Fabelman sea la película que le dé otro Oscar a Spielberg, aunque no sea por la que más lo merece. Es egocéntrica y esforzadamente sincera, un rompecabezas y puente de entrada al corazón del niño que quería ver chocar trenes hasta que la cámara le recordó que a través de ella se ven las cosas de otra forma...incluso las que no se quieren ver.